“Tuya también es la noche” Salmo 74:16
Si, Señor, tú
no renuncias a tu trono cuando el sol se pone, no abandonas el mundo en las
largas noches de invierno, para que este sea presa del mal. Tus ojos nos
vigilan como las estrellas y tus brazos nos cercan como cerca el zodiaco el
firmamento. El rocío del blando sueño y todos los influjos de la luna están en
tus manos, y tanto los sobresaltos como la quietud de la noche son iguales para
ti. Esto me alienta mucho cuando velo en las altas horas de la noche o me muevo
de un lado para otro en medio del dolor. Hay preciosos frutos producidos tanto
por la luna como por el sol. Mi Señor puede hacer que yo sea un favorecido
partícipe de ellos. Tanto la noche de la aflicción como los luminosos días del
verano, cuando todo es gozo, están bajo la providencia y cuidado del Señor de
Amor. Jesús está en la tempestad. Su
amor envuelve la noche como un manto, pero para el ojo de la fe el manto negro
es apenas un disfraz.
Desde la
primera vigilia de la noche hasta el amanecer del día, el eterno Guarda vigila
a sus santos y dirige las sombras y el rocío de la noche para el mayor bien de
los suyos. Nosotros no creemos en deidades del bien y del mal que luchan por
tener el dominio, sino oímos la voz de Jehová que dice: “Formo la luz y creo
las tinieblas; yo Jehová que hago todo esto”. Los tiempos tenebrosos de indiferencia
religiosa y de pecado no están fuera del propósito divino. Cuando los altares
de la verdad son profanados, los siervos del Señor lloran con amargo dolor,
pero no pueden caer en la desesperación, porque las épocas más tenebrosas son
regidas por el Señor y terminarán cuando él lo ordene. Lo que quizá parezca
derrota para nosotros, puede ser victoria para él. “Aunque envueltos en oscura
noche, sin percibir un solo rayo de luz, como el Señor está con nosotros, no
tendremos ningún temor”.
CHARLES SPURGEON - (DEV. “LECTURAS VESPERTINAS”)