“Alabadle, bendecid su nombre.” Salmo 100:4
Nuestro Señor
quisiera que todos los suyos fuesen ricos en pensamientos elevados y
conceptuosos en cuanto a su bendita persona. Jesús no se satisface con que sus
hermanos piensen pobremente acerca de él. Su placer sería que su esposa se
deleitase en su belleza. No tenemos que considerar a Jesús como algo meramente
necesario, como el pan y el agua, sino como algo altamente delicado, como un placer
raro y encantador. Con este fin él se reveló a sí mismo como la “perla de gran
precio” en su incomparable belleza; como el “manojito de mirra” en su
refrigerante fragancia; como la “rosa de Sarón” en su persistente perfume y
como el “lirio” en su inmaculada pureza. Como una ayuda para tener elevados
pensamientos en cuanto a Cristo, recuerda la estima en que Cristo es tenido más
allá del firmamento, donde las cosas son medidas con metros justos. Considera
cómo Dios estima al Unigénito, que es el infalible don que él nos dio.
Considera qué piensan de él los ángeles cuando reputan su más alto honor el
velar sus rostros y estar a sus pies. Considera qué piensan de él los lavados
con la sangre, mientras día y noche cantan sus bienmerecidas alabanzas.
Los pensamientos elevados en cuanto a Cristo nos
permitirán conducirnos convenientemente con él. Cuanto más
altamente veamos a Cristo entronizado y cuanto más humildes nos mostremos al
estar postrados ante su trono, mejor preparados estaremos para conducirnos bien
con él. Nuestro Señor quiere que pensemos bien de él, para que nos sometamos
alegremente a su autoridad. Los pensamientos sublimes en cuanto a Cristo
acrecientan nuestro amor. El amor y la estima van juntos. Por lo tanto,
creyente, piensa mucho en las excelencias de tu Señor. Míralo en su primitiva
gloria, antes que tomara forma humana. Piensa en el poderoso amor que lo trajo
del trono para morir en la cruz. Admíralo mientras conquista todos los poderes
del infierno. Míralo resucitado, coronado y glorificado. Inclínate delante de
él como el Admirable, el Consejero, el Dios fuerte, porque sólo así tu amor
para con él será lo que debe ser.
CHARLES SPURGEON - (DEV. “LECTURAS VESPERTINAS”)