“Ocozías, hijo de Acab comenzó a reinar sobre
Israel... Pero Ocozías siguió el mal ejemplo de su padre, de su madre y de
Jeroboam hijo de Nabat, e hizo lo malo a los ojos del Señor, haciendo pecar al
pueblo de Israel.” 1 Reyes 22:51-52
A veces todo
tiene que ver con la forma en que fuimos criados. Permítame contarle la
historia de dos familias muy diferentes.
El padre de la
primer familia tenía fama de ser muy malo. La gente le temía tanto, que le
habían puesto el sobrenombre de "hombre malo". Cuando murió, el hijo
mayor ocupó su lugar, y fue aún más malo y corrupto que su padre. Muy pronto,
todos lo conocían como "el hijo mayor del hombre malo". Al igual que
su padre, vivió y murió miserablemente, y nadie lamentó su muerte.
El padre de la
segunda familia era un policía que luchaba contra todo tipo de corrupción. Una
mañana, después de la devoción familiar, le dijo a su hijo que se pusiera sus
sandalias. Mientras la familia observaba, el joven se las calzó. Entonces el
padre le dijo: "Sigue mis pasos, así como yo he seguido con fe los pasos
de Jesucristo, nuestro Salvador". Y, tras haber dicho esas palabras, el
hombre falleció. El hijo de ese hombre ha mantenido la fe hasta el día de hoy
así como su padre se lo enseñó y se lo pidió, y actualmente sirve como
voluntario en el ministerio de Cristo Para Todas Las Naciones en Nigeria.
La Escritura de
hoy nos dice que el Rey Ocozías hizo cosas que ofenden a Dios, al igual que su
padre Acab, quien reinó antes que él. La verdad es que son muchas las personas
que sufren en la vida por seguir los pasos de sus padres. Hay quienes crecen
viendo a sus padres pelear todo el tiempo, o sufriendo abusos verbales o
emocionales, y cuando crecen repiten las mismas conductas.
Pero eso no es
lo que Dios espera de nosotros. Él quiere que vivamos vidas responsables y
rectas. Como cristianos nos alegramos porque a través de la fe en la obra
salvadora de Jesús somos una nueva creación. Esa razón es más que suficiente
para ser agradecidos y vivir nuestras vidas en forma honorable y humilde en
servicio a nuestro Señor y Salvador.
Pedro entendía
bien lo especial que es ser amado por Dios: "Pero ustedes son linaje
escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios, para que
anuncien los hechos maravillosos de aquel que los llamó de las tinieblas a su
luz admirable." (1ª Pedro 2:9).
Sigamos en los
pasos de nuestro bendito Salvador que está sentado a la diestra de Dios el
Padre todopoderoso.
ORACIÓN: Señor Jesús, con tu poder mantennos
como una nación santa para tu gloria ahora y para siempre. Amén.
CRISTO PARA TODAS LAS N. - (DEV. “ALIMENTO DIARIO”)
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Biografía del
autor: Esta devoción fue escrita por un voluntario de Cristo Para Todas Las
Naciones en África Occidental.