viernes, 17 de noviembre de 2017

Nadie merece el aislamiento 17 noviembre







NADIE MERECE EL AISLAMIENTO


“Señor, si quieres, puedes limpiarme de mi enfermedad. Jesús lo tocó con la mano, y dijo: Quiero. ¡Queda limpio!” Mateo 8:2-3 (Leer: Mateo 8:1-4)


Cualquier enfermedad nos molesta, principalmente si es contagiosa. Tanto es verdad que si llega a nuestro conocimiento que una persona está enferma, nos alejamos. En el Antiguo Testamento, en el libro de Levítico, están descritos los mandamientos y las leyes que Dios ordenó que Moisés enseñase al pueblo de Israel, especialmente en cuanto a la purificación. En aquella época si un hombre se enfermaba con lepra, por ejemplo, debía rasgarse la ropa y gritar: “¡Impuro!, ¡Impuro!” Mientras tenía llagas debía ser considerado impuro y vivir solo y fuera del campamento. Estas leyes fueron escritas por Dios para preservar al pueblo en un tiempo en que la medicina y la higiene personal eran rudimentarias.

Gracias a Dios este período ha pasado y las enfermedades han sido cada vez más estudiadas y controladas. En Cristo hemos sido sanados de la peor enfermedad contagiosa e incurable que existe: el pecado. El Maestro nos ha sanado y nos ha rescatado de vivir aislados de la convivencia alegre y amorosa de nuestra familia e iglesia. Sanados y restaurados no podemos ni debemos juzgar o aislar a cualquier persona aunque tenga llagas en la piel o haya cometido un crimen. Jesús siempre quiere sanar nuestra vida y nuestros corazones con el remedio que es su maravilloso amor.


ORACIÓN: Señor, sana las enfermedades de nuestro cuerpo y también de nuestro espíritu. Enséñanos a mirar a las personas enfermas con tu amor. Amén.



MINISTERIO REFORMA - (DEVOCIONAL “CADA DÍA”)


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El Rev. Juan Boonstra es quien nos guía este mes a apreciar la Biblia y lo que ella tiene que decir para todos. Él fue el director y la voz de La Hora de la Reforma por más de un cuarto de siglo.








TRADUCCIÓN