“La paz os
dejo, mi paz os doy…” Juan 14:27 (Leer: Juan 14:15-27)
En nuestro patio, tenemos un antiguo cerezo. Como lucía
caído y moribundo, llamé a un arbolista. El hombre lo revisó y declaró que
estaba «excesivamente estresado» y que necesitaba atención inmediata. «Espera
tu turno», murmuró mi esposa Carolyn. Había sido una de esas semanas.
Todos tenemos semanas de ansiedad… llenas de
preocupaciones por el rumbo de la cultura o inquietudes por nuestros hijos, el
matrimonio o el trabajo, las finanzas, la salud y el bienestar personal. No
obstante, Jesús nos aseguró que, sin importar cuán perturbadoras sean las
circunstancias, podemos tener paz. Declaró: «La paz os dejo, mi paz os doy»
(Juan 14:27).
Los días de
Jesús estuvieron llenos de inquietud y angustias. Sus enemigos lo asediaban, y sus amigos y su familia no
lo entendían. Sin embargo, tenía una calma interior. Esta es la paz que Él nos
ha dado: la libertad de la ansiedad por el pasado, el presente y el futuro… su
paz.
En cualquier circunstancia, podemos acudir a Jesús en
oración. Allí, en su presencia, le entregamos nuestras cargas y temores. Y,
entonces, Pablo nos asegura que la paz de Dios «guardará [nuestros] corazones y
[nuestros] pensamientos en Cristo Jesús» (Filipenses 4:7). Aun si hemos tenido
«una de esas semanas», podemos tener su paz.
Señor, gracias porque tu paz guardará mis pensamientos.
En medio de los problemas, podemos hallar paz en Jesús.
(La Biblia en
un año: Ezequiel 14–15 — Santiago 2:1-26)
DAVID H. ROPER -
(DEVOCIONAL “NUESTRO PAN DIARIO")