" ...corrige, reprende y anima...” (2ª Timoteo
4:2 CST)
Cuando buscas
la aprobación y la aceptación de los demás, terminas bajo el control de los que
supuestamente deberías liderar. Pablo se dio cuenta de ello y por eso instruyó
a Tito así: “Debes enseñar ... y alentar ... Tienes la autoridad para
corregirlos cuando sea necesario, así que no permitas que nadie ignore lo que
dices” (Tito 2:15 NTV). Hay líderes que son inseguros y temen causar revuelo en
sus filas, se desesperan a la hora de tomar decisiones y se culpan por las
reacciones emocionales de los demás. No se dan cuenta de que cuando hacen lo
debido y los demás no están de acuerdo, es problema de estos, a no ser que el
líder lo haga suyo. Los líderes maduros saben cómo tratar con las desilusiones
y mantienen una buena actitud, puesto que están dispuestos a ser corregidos
aunque no les resulte agradable.
Reflexiona: Cuando das una advertencia a tus hijos de
que no pongan la mano en el fuego, no es responsabilidad tuya que les guste el
consejo, ¿verdad? Esperas que lo entiendan cuando sean más maduros. Es
verdad que a algunos no les gusta oír un “no”, aun siendo mayores. No obstante,
todos necesitamos que nos lo digan de vez en cuando, porque si no, nunca
estaremos contentos, a menos de que nos salgamos siempre con la nuestra; y eso
no nos lleva a ninguna parte, o si acaso a mal puerto. Pablo, que estaba
formando a Timoteo para ser líder, le dijo: “...Corrige, reprende y anima con
mucha paciencia, sin dejar de enseñar” (2ª Timoteo 4:2 CST). Corrígelos cuando
se equivoquen, repréndelos cuando sean obstinados y anímalos cuando tengan
dificultades; sé paciente cuando estén aprendiendo y madurando y asegúrate de
que tus instrucciones son claras y fáciles de comprender. Eso es lo que hace
que un líder sea efectivo, y la única forma de aprenderlo es practicándolo.
BOB Y DEBBIE GASS - (DEVOCIONAL "LA PALABRA
PARA HOY")