“No se conformen a este mundo; más bien,
transfórmense por la renovación de su entendimiento de modo que comprueben cuál
sea la voluntad de Dios, buena, agradable y perfecta.” Romanos 12:2 (Leer: Hechos 20:17-27)
Resulta curioso
que en el arte religioso se asocie al pelícano con el auto-sacrificio. No
obstante si se hace un estudio biológico de los hábitos de esta ave, nos
encontramos con algunos datos un tanto contradictorios a la figura del
sacrificio. Estos animales son conocidos por su costumbre de comer a costa de
otros, es común verlos intentando robar las presas casadas por otras aves más
pequeñas y es muy normal entre los pescadores tratar a estas aves con
desprecio, pues a menudo intentan robar los pescados en su camino del agua al
bote.
Pero esta
leyenda sobre el auto-sacrificio nace a raíz de una mancha de punta roja que
tienen en el pico muchas de estas aves. Muy antiguamente existía la creencia,
de que cuando una mamá pelicana, no podía encontrar comida para sus crías, esta
se metía el pico en su pecho y las alimentaba con su propia sangre. Los
creyentes de la iglesia primitiva pensaron que esta leyenda era una imagen
hermosa comparable a lo que Cristo hizo por nosotros y lo que nosotros como
muestra de agradecimiento debemos hacer por otros.
De una forma similar, Pablo nos insta a tener una
actitud abne-gada debido a nuestra fe, cuando escribió las siguientes
palabras: “Sin embargo, no estimo que mi vida sea de ningún valor ni preciosa
para mí mismo, con tal que acabe mi carrera y el ministerio que recibí del
Señor Jesús, para dar testimonio del evangelio de la gracia de Dios.” (Hechos
20:24).
Al igual que la
verdadera forma de ser del pelícano, a nosotros nos caracteriza más que el
servicio, la codicia y el ego; no obstante esto puede cambiar, recordemos que
gracias a la fe en el sacrificio que Cristo realizó, somos transformados; y a
medida que crezcamos en nuestra relación con Él, su Espíritu Santo quien vive
en nosotros, nos enseñará a vivir cada vez más a su servicio, y por ende, de
otros.
1. Así que, hermanos, les ruego por las
misericordias de Dios que presenten sus cuerpos como sacrificio vivo, santo y
agradable a Dios, que es el culto racional de ustedes. (Romanos 12:1).
2. Más que compararnos con un pelÍcano,
comparémonos con Cristo e imitémoslo. “Sean ustedes imitadores de mí; así como
yo lo soy de Cristo” (1ª Cor. 11:1).
MD/HG -
(DEV. PROVERBIOS: “SABIDURÍA DIVINA PARA LA VIDA DIARIA”)