jueves, 4 de mayo de 2017

La disciplina produce espontaneidad 4 mayo





“Todo me es lícito, pero no todo conviene; todo me es lícito, pero no todo edifica. Ninguno busque su propio bien, sino el del otro.” 1ª Corintios 10:23-24  (Leer: 1ª Corintios 10:31-33)


El Camino ha sido llamado “La disciplina cristiana”. “El propósito de la disciplina cristiana es el amor que fluye de un corazón puro, de una buena conciencia y de una fe sincera” (1ª Timoteo 1:5). Extraño es que el fin ese es el fin de la disciplina: hacernos libres.

Hay una idea falsa de libertad que prevalece en la civilización moderna: “Eres libre para hacer lo que quieres”. La respuesta cristiana es: “Eres libre para hacer lo que debes”. Un alumno de escuela secundaria dijo al director: “Señor, dicen que esta es una nación libre. Pero ¿dónde está mi libertad? Me ordenan ir a la escuela y tengo que hacerlo; me dicen que estudie o que me vaya a casa, y tengo que hacerlo. ¿Dónde está mi libertad?” Lo decía seriamente, y su problema era serio. Un soldado que volvía del frente, a quien se le llamó la atención por algo que había dicho, respondió: “Yo luché allí para poder decir y hacer lo que se me da la gana”. En ambos casos la vida no aprobaba esas actitudes; ambas personas estaban en conflicto consigo mismas y con los demás. La libertad viene a través de la obediencia de la ley. Un hombre que había vivido una vida de derrota contaba cómo alcanzó la victoria: “Es cosa necia que un pobre mortal quiera nadar contra la corriente de la vida. Yo he buscado sus corrientes y he tratado de flotar con ellas.”

El amor puede “fluir”, ser espontáneo y libre sólo cuando viene de “un corazón puro, de una buena conciencia y de una fe sincera”. En otras palabras, de una vida disciplinada. Toda supuesta libertad que deja un corazón impuro, una mala conciencia y/o una fe insincera no termina en espontaneidad y canto sino en suspiro y muerte.

Otro pasaje señala la disciplina como “resultado” (el primer pasaje la describe como “objetivo”): “No nos ha dado Dios un espíritu tímido sino un espíritu de poder y de amor y de disciplina” (2ª Timoteo 1:7). El propósito de la disciplina es producir disciplina. El primer resultado de esa disciplina es el valor: “no” un espíritu tímido. Una persona disciplinada no teme a nada porque sabe que la suma total de la realidad la respalda.


ORACIÓN. Oh Cristo que cantas, enséñame tu camino, el camino de la disciplina. Porque yo también quiero cantar. Yo también quiero ser libre. Porque tu voluntad es libertad; mi voluntad es esclavitud. Cuando sigo tu camino hallo valor, poder y amor. Amén.


AFIRMACIÓN PARA EL DÍA. "Hijo mío, no deseches la corrección del Eterno" (Proverbios 3:11).




E. STANLEY JONES - (DEVOCIONAL DIARIO “EL CAMINO”)










TRADUCCIÓN