“En mi corazón he guardado tus dichos para no pecar
contra ti.” Salmos 119:11 (Leer: Salmos 119:9-16)
El abuelo de
Juan era ya bastante avanzado en edad y tenía problemas de salud asociados a su
vejez. Con el fin de animarlo Juan fue a recitarle un verso bíblico que había
memorizado en el transcurso de la semana.
La madre de
Juan le habló a su padre sobre la buena intención del pequeño, y él decidió
darle una sorpresa en forma de motivación; le compró una Biblia y le puso un poco
de dinero señalando su pasaje favorito de las Escrituras. Cuando Juan llegó, le
recitó el pasaje de las escrituras que se encontraba en Salmos 119:9-16. En
cuanto finalizó de citar el pasaje, el abuelo le dio la Biblia de regalo con el
dinero que se encontraba exactamente en la porción bíblica que el niño le había
recitado; coincidentemente ambos habían escogido la misma.
Tanto a Juan
como a su abuelo los unió un pasaje de vital importancia tanto para jóvenes
como para viejos. En él se explica con detalle como permanecer puro en un mundo
de impurezas (Salmos 119:9), algo que
todos los jóvenes deben tener presente en esta difícil etapa de la vida. Explica
además la importancia de mantener la Palabra de Dios en nuestro corazón (Salmos
119:11), algo que se vuelve bastante difícil cuando se va envejeciendo y las
cargas de la vida se van agregando (familia, trabajo, hijos, salud, etc.). Estos
hermosos versos también nos instan a alabar a Dios, que valoremos sus normas,
meditemos en las escrituras y nos deleitemos en sus enseñanzas (Salmos
119:13-16).
Si estamos
atentos, Dios nos va a hablar muchas veces por medio de Su Palabra, y hasta
puede usar increíbles “coincidencias” como la de la historia de Juan y su
abuelo, esto con el fin de exponernos a los preciosos principios que
encontramos en Su Palabra.
1. No olvides leer Su Palabra
diariamente, es alimento para el alma.
2. Las palabras de Dios no envejecen,
siempre son actuales.
MD/HG -
(DEV. PROVERBIOS: “SABIDURÍA DIVINA PARA LA VIDA DIARIA”)