“pues todos sois hijos
de Dios por la fe en Cristo Jesús” Gálatas 3:26
Hace varios años, una chica de 17 años condujo una gran
distancia para hablar conmigo. No había conocido a una chica que tuviera tantas
cosas. Era linda como de revista y una figura maravillosa. Estaba vestida
impeca-blemente. Había logrado hacer 12 años de la escuela sólo en 11
graduándose de la preparatoria con un promedio muy alto. Era muy talentosa en
la música y por ello había recibido una beca para una universidad cristiana. Y
tenía un auto deportivo nuevo que sus padres le habían regalado por su
graduación. Estaba asombrado de que una persona pudiera tener tanto.
Habló conmigo por media hora y me di cuenta de que lo que
yo había visto en lo exterior no concordaba con lo que comenzaba a ver en su
interior. Mary, le dije finalmente, ¿has llorado hasta quedarte dormida en las
noches porque te sientes inadecuada y quisieras ser alguien más?
Ella comenzó a llorar ¿cómo sabes?
Sinceramente Mary, respondí, he aprendido que gente que aparenta tenerlo todo a menudo está lejos de
estar bien por dentro.
Muchas veces lo que mostramos en el exterior es una falsa
fachada diseñada para disfrazar quien realmente somos y cubrir las heridas
secretas que sentimos por nuestra identidad. De alguna manera creemos que si
somos atractivos o hacemos bien las cosas disfrutaremos de un cierto estatus,
entonces también estaremos satisfechos en el interior. Pero eso no es
necesariamente cierto. La apariencia externa, logros y reconocimiento no
necesariamente refleja o produce paz interna y madurez. Todas esas cosas y
estatus que puedes adquirir no resultan en la satisfacción personal. Millones
de personas escalan las escaleras para tener éxito sólo para descubrir cuando
alcanzan la cima, que están recargados en la pared equivocada.
La plenitud y el significado en la vida no son productos
de lo que tienes o no tienes, de lo que has hecho o de lo que no has hecho. Tú
eres ya una persona completa y tienes una vida de significado infinito y
propósito por quien eres: un hijo de Dios. La única ecuación de la identidad
que funciona en el reino de Dios es: Tú + Cristo = plenitud y significado.
ORACIÓN. Padre Dios, no cambiaría la plenitud y significado que has traído a mi vida por nada que el mundo me pueda dar.
NEIL ANDERSON - (DEV. "VIDA NUEVA PARA EL MUNDO")