Muchos
cristianos hoy en día quedan agotados por sus esfuerzos para repeler el pecado.
Se les acaba hasta la última pizca de alegría; y la victoria que Cristo ganó
para ellos se pierde en sus persistentes esfuerzos por establecer una justicia
propia.
La justicia que se trata de obtener por cualquier
otro medio que la fe siempre fallará. Verás, no puede haber una justicia de
Dios y nuestra. Eso significaría que hay dos evangelios: El suyo y el nuestro.
No podemos mezclar nuestra justicia propia con la santidad de Dios.
Pero, ¿No se
supone que deberíamos poner algo de esfuerzo? ¿Acaso no dice la Biblia que
debemos evitar el pecado? Sí, pero sólo hay una manera de que evitemos el
pecado y eso es a través de Jesús. Él no es sólo una verdad que aceptamos, Él
es el Dios viviente y Su obra santificadora no se detiene en ningún momento.
Pablo responde
a la pregunta del esfuerzo propio en Romanos 9. Él habla de un pueblo que
realmente alcanzó la justicia: “…los gentiles, que no iban tras la justicia, han alcanzado
la justicia, es decir, la justicia que es por fe” (Romanos 9:30).
Estas personas no se desgastaron por su esfuerzo propio; ni fueron agobiados
por sus fracasos. Ellos pusieron toda su fe en la obra que hizo Jesús en la
cruz por ellos, y fueron sostenidos por Su vida abundante.
"Porque el
fin de la ley es Cristo, para justicia a todo aquel que cree" (Romanos
10:4). Este versículo ha traído libertad a todas las generaciones de creyentes.
Cristo es el fin. ¡No hay nada más! “Así pues, no depende de que el hombre quiera
o se esfuerce, sino de que Dios tenga misericordia” (Romanos 9:16, RVC).
Amigo, ¿Estás
cansado de tratar de ser mejor? ¿Estás cansado del interminable ciclo de volver
a intentarlo y fallar? Entonces deja todo atrás; deja de esforzarte. Vivir rectamente
con el Señor no depende de tu voluntad, sino de Dios, quien tiene misericordia
de nosotros.
GARY WILKERSON - (DEVOCIONAL DIARIO “ORACIONES”)


