jueves, 16 de marzo de 2017

Asiéndose de un ídolo 16 marzo





“Porque dos males ha hecho mi pueblo: me dejaron a mí, fuente de agua viva, y cavaron para sí cisternas, cisternas rotas que no retienen agua.” Jeremías 2:13 (Leer: 1ª Corintios 10:7; 2ª Cor 6:16)


Hemos de estudiar otro camino que termina en punto muerto y que muchos toman inadvertidamente: el de asirse de un ídolo.

Fritz Kunkel descubre los efectos devastadores que sufre la personalidad de aquellos que no llegan hasta la realidad misma y se asen de sustitutos de ella, de ídolos. Un ídolo es una cosa relativa tomada como absoluta. En su lugar correspondiente, el ídolo puede haber sido una cosa buena, pero el lugar absoluto no le corresponde; es relativo.

Mucha gente se ase de ídolos en materia religiosa: un predicador. Si él se mantiene firme en su pedestal, la religión del ídolo marcha tranquilamente. ¿Pero si el ídolo tambalea en su pedestal, o peor aún, si cae? Entonces la fe ligada a él cae con él. Pero no es necesario que ese hombre caiga en una falta grave. Es suficiente que se muestre menos que perfecto: la fe depositada en él es herida y quebrantada. La adoración de ídolos nutre un dolor secreto.

Cerca estuve de hacer eso cuando era joven. El hombre bajo cuya dirección me convertí era mi ideal y a punto estuvo de ser mi ídolo. Me hallé imitando su voz ronca. Pero entonces descubrí que, si bien era un buen hombre, no era perfecto y mi ídolo se tambaleó en su pedestal. En ese momento Cristo me dijo: “¿A quién sigues, a él o a mí?” Entonces comprendí: yo había interpuesto a aquel hombre entre Cristo y yo. Debía abandonar aquella adoración. Lo hice. Desde entonces no fue un ídolo, fue un buen hombre a quien debía mucho y a quien estaba profundamente agradecido. Fui liberado de la esclavitud; era ya libre.

Hay muchos que hacen un ídolo del grupo religioso al que pertenecen. Los hombres tenemos el instinto de pertenecer a un grupo, el instinto gregario. Dentro del grupo nos sentimos seguros, tenemos el sentido de “pertenencia”. Y al sentirnos seguros, glorificamos al grupo al que pertenecemos; le colocamos un halo y lo investimos de cualidades salvadoras. Quienes pertenecen a ese grupo o denominación están en buen camino; quienes no pertenecen a él están inseguros, aún no salvados. El grupo ha venido a ser un ídolo.


ORACIÓN. Oh Cristo, cuán fácil es detenerse antes de llegar a ti y asirse a algo menor que tú. Y sabemos que cuando lo hacemos, estamos condenados a la desilusión, al sufrimiento. Porque sólo tú no nos faltarás jamás. Todo lo demás nos ha de faltar. Quiero, por lo tanto fijar mi afecto en ti y sólo en ti; fijar en ti mi afecto supremo, pues todo lo demás es relativo. Ayúdame. Amén.


AFIRMACIÓN PARA EL DÍA. "Si perdiereis en la tierra vuestra frescura y os depravareis y os hiciereis un ídolo…” (Deuteronomio 4:25). Yo también me apego a los ídolos cuando pierdo la frescura de Dios.




E. STANLEY JONES - (DEVOCIONAL DIARIO “EL CAMINO”)










TRADUCCIÓN