“Pero por la gracia de Dios soy lo que
soy, y su gracia para conmigo no resultó vana; antes bien he trabajado mucho
más que todos ellos, aunque no yo, sino la gracia de Dios en mí.” 1ª Corintios 15:10
La gracia no
solo es la disposición de Dios para bendecirnos cuando no lo merecemos. Es el
poder de Dios que, en efecto, obra y hace que ocurran cosas buenas en nosotros
y para nosotros.
La gracia de
Dios en Pablo era la obra de Dios en él que lo hacía trabajar arduamente. Por
eso, cuando Pablo dijo que nos ocupemos de nuestra salvación, luego añadió:
«porque Dios es el que en vosotros produce así el querer como el hacer, por su
buena voluntad» (Filipenses 2:13). La gracia es el poder de Dios que produce
buenas obras en nosotros y para nosotros.
Esa gracia es
del pasado y del futuro. Está siempre cayendo, como una cascada, sobre la
catarata infinitesimal del presente: proviene
del inagotable río de la gracia que viene a nosotros del futuro hacia la
siempre creciente reserva de gracia en el pasado.
En los próximos
cinco minutos, recibiremos la gracia que fluye a nosotros del futuro para
nuestro sustento, y acumulará otros cinco minutos de gracia en la reserva del
pasado. La respuesta adecuada por la gracia que hemos experimentado en el
pasado es gratitud; y la respuesta adecuada por la gracia que Dios promete para
nuestro futuro es fe. Estamos agradecidos por la gracia que hemos recibido este
último año, y confiamos en que contaremos con gracia venidera para el nuevo
año.
JOHN PIPER - (Dev. tomado del artículo “RECONSTRUCCIÓN
DE ALGUNOS CONCEPTOS BÁSICOS DE BETHLEHEM: EL PODER PURIFICADOR DE VIVIR POR FE
EN LA GRACIA FUTURA”)