“Y pasando Jehová por delante de él, proclamó:
¡Jehová! ¡Jehová! fuerte, misericordioso y piadoso; tardo para la ira, y grande
en misericordia y verdad” Éxodo 34:6
La gracia de
Dios es Su favor inmerecido mostrado a los pecadores.
La gracia de
Dios siempre ha sido un punto de alabanza para los creyentes. El verso de hoy
es citado varias veces en los Salmos y en otros lugares de la Escritura (por
ejemplo: Neh 9:17, 31; Salm 86:15, 103:8,
145:8). Pablo está agradecido por la gracia abundante de Dios en 1ª Tim 1:14 y
Juan escribe “Porque de su plenitud tomamos todos, y gracia sobre gracia” (Juan
1:16) Hoy en día algunos de nuestros himnos favoritos son “Gracia Asombrosa”
(Amazing Grace) “Maravillosa gracia de nuestro amado Señor” y “Maravillosa
gracia de Jesús”.
¿Qué es
exactamente la gracia? Simplemente es el favor de Dios inmerecido, gratis y no
ganado. Es un regalo dado por Dios no porque seamos dignos de él, sino
solamente porque Dios, de Su gran amor, quiere darlo.
La gracia es
evidente a los cristianos en dos formas principales. La primera es la gracia
salvadora o que elije. Dios nos “salvó y llamó con llamamiento santo, no
conforme a nuestras obras, sino según el propósito suyo y la gracia que nos fue
dada en Cristo Jesús antes de los tiempos de los siglos” (2ª Tim 1:9); “por
gracia hemos sido salvados por medio de la fe” (Efe 2:8). Esta es la gracia de
Dios hacia los pecadores pues “cuando el pecado abundó, sobreabundó la gracia”
(Rom 5:20).
Otra gracia en nuestras vidas es la gracia sustentadora
o capacitadora. No sólo recibimos la gracia para ser salvados, ahora
vivimos en la gracia. Es la gracia de Dios que nos capacita para vivir la vida
cristiana. Cuando Pablo pidió que un “aguijón de la carne” (2ª Cor 12:7) le
fuera quitado, el Señor le dijo: “bástate mi gracia pues mi poder se
perfecciona en la debilidad” (v 9). En otro lugar dice Pablo “todo lo puedo en
Cristo que me fortalece” (Fil 4:13). Recuerda, no nos hemos ganado la gracia
salvadora ni la sustentadora. Nada de lo que hagamos nos puede hacer dignos de
un poquito de gracia. Dios dice: “tendré misericordia del que tenga
misericordia” (Exo 33:19). Esta verdad debería hacernos más agradecidos porque
Él nos salvó y nos sostiene a pesar de nuestro pecado. También debe hacernos
humildes porque no tenemos nada de qué gloriarnos (Efe 2:9).
JOHN MACARTHUR - (DEV. "VIDA NUEVA PARA EL MUNDO”)