“… las
tinieblas van pasando, y la luz verdadera ya alumbra.” 1ª Juan 2:8
(Leer: 1ª Juan 2:3-11)
Era una mañana oscura. El cielo estaba cubierto de nubes
bajas y grises, y la atmósfera estaba tan sombría que tuve que encender las
luces para leer. Acababa de sentarme, cuando, de repente, la habitación se
iluminó. Levanté la mirada y vi que el viento estaba llevando las nubes, y el
cielo se había limpiado y aparecido el sol.
Mientras iba hacia la ventana para contemplar la escena,
me vino a la mente un pensamiento: «las tinieblas van pasando, y la luz
verdadera ya alumbra» (1ª Juan 2:8). El apóstol Juan escribió estas palabras a
los creyentes para transmitirles ánimo. Y agregó: «El que ama a su hermano,
permanece en la luz, y en él no hay tropiezo» (v. 10). Por contraposición,
equiparó el odiar a las personas con deambular en la oscuridad. El odio
desorienta; nos quita el sentido de rumbo moral.
No siempre es fácil amar a las personas. Sin embargo,
mientras miraba por la ventana, recordé que, tanto la frustración como el
perdón y la fidelidad, forman parte del proceso de mantenerse en comunión plena
con el amor y la luz de Dios. Cuando decidimos amar en vez de odiar,
demostramos nuestra relación con el Señor y reflejamos su fulgor ante quienes
nos rodean. «Dios es luz, y no hay ningunas tinieblas en él» (1ª Juan 1:5).
Señor, ayúdame a reflejar tu luz de gracia y
misericordia.
Decidir amar a las personas muestra al mundo cómo es Dios.
(La Biblia en
un año: Apocalipsis 5:1-14)
JENNIFER BENSON
S. - (DEVOCIONAL “NUESTRO PAN
DIARIO")