Pablo escribió
muchas de sus epístolas a las iglesias, mientras estaba encerrado en una
pequeña celda -atado, despreciado, desconectado de los creyentes y
aparentemente de todo su ministerio-. Estamos hablando de condiciones
dolorosas. Sin embargo, Pablo nunca habló de ser un prisionero de sus
circunstancias; en lugar de eso, se llamó a sí mismo un "prisionero de
Cristo" (Ver Efesios 3:1).
En su Epístola
a los Colosenses, Pablo expresó su deseo para con todos los santos que sufren: "Que
seáis llenos del conocimiento de su voluntad en toda sabiduría e inteligencia
espiritual, para que andéis como es digno del Señor, agradándole en todo,
llevando fruto en toda buena obra, y creciendo en el conocimiento de Dios; fortalecidos con
todo poder, conforme a la potencia de su gloria, para toda paciencia y
longanimidad" (Colosenses 1:9-11).
Sorprendentemente,
las palabras de esperanza y exhortación de Pablo eran producto de su largo
encarcelamiento, probablemente en Cesarea. Cuando Pablo escribió estas palabras
no tenía esperanza de ser liberado. Por lo que él sabía, iba a estar allí por
años, posiblemente por el resto de sus días. Está claro que él estaba en paz
con sus dolorosas circunstancias.
En ninguna parte de esta epístola hallamos a Pablo
cuestionando al Señor. El apóstol había entrado en una plena comprensión
espiritual de la voluntad de Dios y aceptaba sus circunstancias como la
voluntad del Señor para su vida en ese momento. Por lo tanto, Pablo escribió de
modo triunfal a los Colosenses: "Oh, que ustedes también entraran en esta
comprensión espiritual plena de la voluntad de Dios para sus vidas".
¿Se lo
imaginan? Aquí estaba Pablo en total cautiverio, carente de libertades de
cualquier tipo. Sin embargo, hablaba de “andar como es digno del Señor,
agradándole en todo, llevando fruto en toda buena obra, y creciendo en el
conocimiento de Dios”.
DAVID WILKERSON - (DEVOCIONAL DIARIO “ORACIONES”)