Los cristianos
luchamos duramente para hallar la voluntad de Dios para nuestras vidas. Y
entonces, cuando creemos haber hallado Su voluntad, trabajamos duramente hasta
verla cumplida.
Estoy
convencido de que esta lucha por encontrar la voluntad de Dios, por vivir en
ella, por andar en ella y por verla cumplida, puede convertirse en nuestra
mayor batalla. Y la batalla se intensifica cuando nos encontramos en
circunstancias terribles.
Muchos
cristianos, simplemente no pueden aceptar el lugar en el que están en este
momento. Sus vidas han sido oprimidas por serios problemas. Para algunos, la
carga es una enfermedad agobiante. Para otros, se trata de un ser querido que
no es salvo. Y ahora, para una creciente multitud, la batalla es una crisis
económica. Muy pocos cristianos aceptan
que dichas cargas podrían ser posiblemente, parte de la voluntad perfecta de
Dios para sus vidas.
Como predicador
del Evangelio, yo sé que toda fe y esperanza sustentadora debe tener una verdad
fundamental sobre la cual pueda crecer. ¿Cuál es esta verdad fundamental?
Simplemente esta: Yo debo saber y creer que estoy en la perfecta voluntad de
Dios, en este momento, justo donde estoy, en este tiempo y lugar presentes.
Dicho de manera
simple, no importa en qué condición me encuentre; sea en pobreza o riqueza, en
enfermedad o salud, en prisión o libertad, debo creer que estoy en el centro de
la voluntad perfecta de Dios para mi vida. Apruebo que mis pasos han sido
ordenados por el Señor.
Personalmente,
yo me identifico con Pablo: “He aprendido a contentarme, cualquiera que sea mi
situación” (Filipenses 4:11).
Le doy gracias
a Dios por el ejemplo de Pablo. Este apóstol fiel sabía cómo abundar en
bendiciones y al mismo tiempo regocijarse en los tiempos de adversidad. Sin
importar su condición externa, sin importar cuánto presionaban sus
circunstancias, Pablo siempre sabía que estaba en el centro de la perfecta
voluntad de Dios.
DAVID WILKERSON - (DEVOCIONAL DIARIO “ORACIONES”)