“Bienaventurado
aquel cuya transgresión ha sido perdonada, y cubierto su pecado.” Salmo 32:1
(Leer: Romanos 3:21-26)
Cuando hablamos de nuestra fe en Jesús, a veces, usamos
palabras que no entendemos ni explicamos. Una de ellas es justo. Decimos que
Dios administra justicia y que hace justas a las personas, pero este puede ser
un concepto difícil de comprender.
La forma en que el idioma chino representa la palabra
justicia es útil. Combina dos caracteres: la palabra de arriba es cordero; y la
de abajo es yo. El cordero cubre o está encima de la persona.
Cuando Jesús vino a este mundo, Juan el Bautista lo llamo
«el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo» (Juan 1:29). Necesitamos
que se solucione el problema de nuestro pecado porque nos separa de Dios, cuya
esencia y caminos son siempre perfectos y rectos. Debido a su gran amor por
nosotros, a su Hijo Jesús «que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado,
para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en él» (2ª Corintios 5:21). Jesús, el Cordero, se sacrificó y derramó
su sangre, y se convirtió en nuestra «cobertura». Él nos hace justos, lo
cual nos coloca en una relación correcta con Dios.
Estar bien con Dios es un regalo de su parte. Jesús, el
Cordero, es la forma en que Dios nos cubre.
Señor, gracias por morir en la cruz por mí para cubrir y
quitar mis pecados, y pueda tener una relación contigo.
La única cobertura permanente para el pecado es la sangre
de Cristo.
(La Biblia en
un año: Apocalipsis 8:1-13)
ANNE CETAS - (DEVOCIONAL “NUESTRO PAN DIARIO")