En las últimas
semanas he buscado al Señor para que me dé una palabra que brinde paz en medio
de todas las desconcertantes malas noticias.
Oí al Espíritu
Santo susurrar: "David, contempla la gloria de Cristo. Eso es lo que te
mantendrá anclado en paz".
"Gracias
Señor", oré. "Pero, ¿Que significa realmente la gloria de
Cristo?"
Para mí, su
gloria se resume en algo que necesito y comprendo: misericordia. Esto es algo
más que la bondad de Cristo. Es su misericordia, y luego su amorosa misericordia.
Puede que este
sea sólo uno de los aspectos de su gloria, pero es cómo necesitamos ver a
Cristo: la semejanza exacta del Padre
celestial, cuidadoso, amoroso, cariñoso y amable para con sus hijos.
Pablo
contemplaba la gloria de Cristo cada mañana. Este siervo de Dios tan afligido
despertaba muchas veces con grandes problemas. Hubo innumerables ocasiones en
las que se sentía derribado y perplejo. Pero Pablo alentaba su alma a mirar
hacia arriba para poder contemplar la gloria de Cristo, es decir, la misericordia
y la bondad de la persona de Cristo. A medida que Pablo hacía esto, el Espíritu
Santo le renovaba sus fuerzas para enfrentar cada día.
Jeremías
escribió esta profecía: "Mas alábese en esto el que se hubiere de alabar: en
entenderme y conocerme, que yo soy Jehová, que hago misericordia, juicio y
justicia en la tierra; porque estas cosas quiero, dice Jehová" (Jeremías
9:24).
Ten en cuenta
el primer elemento de la lista de cosas en las que se complace Dios:
misericordia. Su mensaje a nosotros es claro: Estamos llamados a gloriarnos en
su misericordia.
David testificó
en los Salmos: "Todas tus ondas y tus olas han pasado sobre mí. Pero de
día mandará Jehová su misericordia, y
de noche su cántico estará conmigo, y mi oración al Dios de mi vida" (Salmo
42:7-8, cursivas añadidas).
DAVID WILKERSON - (DEVOCIONAL DIARIO “ORACIONES”)