“En ti no hay
mancha” Cantares 4:7
Habiendo declarado a su Iglesia realmente bella, nuestro Señor confirma su
alabanza con una preciosa negación: “En ti no hay mancha”. Como si hubiese
pensado que el mundo criticador podría insinuar que él sólo había mencionado
las partes bellas de su esposa, pero que, a propósito, había omitido las
deformadas y manchadas, el Esposo resume todo, declarándola total y enteramente
bella y completamente exenta de mancha. Una mancha se puede quitar pronto, y,
entre las cosas que pueden desfigurar la belleza, la mancha es la más pequeña,
pero aun de ella queda libre el creyente delante de la presencia del Señor. Si
hubiese dicho que ella no tiene ninguna fea cicatriz, ninguna horrible
deformidad, ninguna úlcera mortal, aun en ese caso habríamos podido
maravillarnos. Pero al decir que ella está libre aun de la más leve mancha,
incluye en esto a todas las otras grandes manchas, con lo cual nuestra
admiración se acrecienta.
Si sólo hubiese
prometido quitar enseguida todas las manchas, hubiéramos tenido un eterno
motivo para gozarnos; pero al decir que las manchas ya están quitadas, ¿quién
es capaz de contener las intensísimas emociones de satisfacción y placer? ¡Oh,
alma mía!, aquí hay para ti meollo y grosura; come abundantemente y satisfácete
con los bocados reales. Cristo Jesús no tiene querella con su esposa. Ella a
menudo vaga lejos de él y contrista a su Espíritu Santo, pero él no permite que
las faltas de ella afecten el amor que le profesa. Algunas veces la reprende,
pero lo hace siempre en la forma más tierna y con la mejor intención. Aun en
este caso la llama: “mi amada”. No recuerda nuestras faltas; no abriga malos
pensamientos en contra de nosotros, sino nos perdona y ama lo mismo antes como
después de haber cometido la ofensa. Es bueno para nosotros que sea así, pues
si Jesús recordara las injurias como lo hacemos nosotros, no podríamos tener
relaciones con él.
CHARLES
SPURGEON - (Dev. “LECTURAS MATUTINAS”)