“Por amor de
vosotros se hizo pobre” 2ª Corintios 8:9
El Señor Jesucristo fue eternamente rico, glorioso y exaltado, pero “por
amor de vosotros se hizo pobre, siendo rico”. Como el creyente rico no puede
ser sincero en su comunión con sus hermanos pobres, a no ser que con sus bienes
ministre a las necesidades de esos hermanos pobres, así también (ya que rige
una misma ley tanto para la cabeza como para los miembros) es imposible que
nuestro Señor Jesucristo pueda haber tenido comunión con nosotros, a no ser que
nos haya hecho partícipes de sus abundantes riquezas y se haya hecho pobre para
hacernos ricos. Si él hubiese permanecido en su trono de gloria y nosotros
hubiésemos continuado en las ruinas de la caída, sin salvación, la comunión
habría sido imposible por ambas partes. Nuestra posición de hombres caídos hace
tan imposible que (fuera del pacto de gracia) haya comunión entre nosotros y
Dios, como que la haya entre Cristo y Belial. Para que esa comunión pueda ser lograda, es necesario que el pariente
rico otorgue sus bienes a sus parientes pobres, que el justo Salvador dé su
perfección a sus hermanos pecadores y que nosotros, pobres y culpables
criaturas, podamos tomar en su plenitud, gracia por gracia. Y así, dando y recibiendo,
el uno desciende de las alturas y el otro asciende de las profundidades y
pueden así abrazarse recíprocamente en sincera y cordial comunión.
La pobreza, antes de aventurarse a tener comunión, tiene que ser
enriquecida por aquel en quien están los tesoros infinitos; y la culpa, antes
de que el alma pueda andar en comunión con la pureza, tiene que desaparecer en
la justicia impartida. Jesús tiene que vestir a su pueblo con sus propios
vestidos, de lo contrario no lo puede admitir en su palacio de gloria; Jesús
debe lavar a los suyos en su propia sangre, de lo contrario no estarán en
condiciones de recibir su abrazo de comunión. ¡Oh creyente!, aquí hay amor. Por
amor de ti Jesús se hizo pobre para elevarte a la comunión con él.
CHARLES
SPURGEON - (Dev. “LECTURAS MATUTINAS”)