“Amigo, sube más
arriba” Lucas 14:10
Es cierto que cuando empieza en el alma la vida de gracia, nos acercamos a
nuestro Dios, pero lo hacemos con gran temor y temblor. El alma, consciente de
su culpa y humillada por ella, se siente intimidada ante lo solemne de su
posición; y consciente también de la magnificencia de Jehová, ante cuya
presencia se halla, cae a tierra en profunda humildad. Ocupa así con sincera
modestia el lugar más humilde. Pero en la vida subsiguiente, a medida que el
cristiano crezca en la gracia, el temor perderá su terror y se transformará en
santa reverencia; y esto se realizará sin que el cristiano olvide lo solemne de
su posición ni pierda aquel santo temor que debe acompañar al creyente cuando
esté en la presencia de Dios. El
cristiano es invitado a subir, a tener más amplio acceso a Dios por Cristo
Jesús.
Entonces el hombre de Dios, andando en medio de los esplendores de la
Deidad, y cubriendo su rostro como los gloriosos querubines con aquellas dos
alas, que son la sangre y la justicia de Jesús, se acercará reverente e
inclinado en espíritu al trono de la gracia, y viendo allí a un Dios de amor,
de bondad y de misericordia, percibirá más bien el pacto de Dios que su
absoluta Deidad. Verá en Dios su bondad más bien que su grandeza; su amor más
bien que su majestad. Entonces el alma, inclinándose aun, tan humildemente como
antes, gozará de una más sagrada libertad de intercesión, pues mientras se
postra delante de la gloria del Dios Infinito será confortada sabiendo que está
en la presencia de la ilimitada misericordia y del infinito amor, y que es
acepta en el Amado. Así, pues, al creyente se le invita a subir y se le
capacita para ejercer el privilegio de regocijarse en Dios, y de acercarse a él
con santa confianza, diciéndole: “Abba, Padre”.
CHARLES
SPURGEON - (Dev. “LECTURAS MATUTINAS”)