“Sin embargo,
él ha hecho conmigo pacto perpetuo” 2
Samuel 23:5
Este pacto es de origen divino. “Él ha hecho conmigo pacto perpetuo”. ¡Cuán
grande es la palabra ÉL! ¡Detente, alma mía! Dios, el eterno Padre, ha hecho,
sin duda, un pacto contigo. Sí, aquel Dios que creó el mundo con una palabra,
se inclinó desde su majestad, tomó fuertemente tu mano e hizo contigo un pacto.
¿No es este un hecho cuya estupenda afabilidad puede (si realmente lo
entendemos) encantar para siempre nuestros corazones? “Él ha hecho conmigo un
pacto”. Aunque eso sería algo, no ha sido un rey el que ha hecho un pacto
conmigo, sino el Príncipe de los reyes de la tierra, Shaddai, el Señor
Omnipotente, Jehová de los siglos, el eterno Elohim. “Él ha hecho conmigo pacto
perpetuo”. Pero mira que este pacto es particular en su aplicación. “Sin
embargo, él ha hecho conmigo pacto perpetuo”. En esto precisamente consiste la
bondad de este pacto para cada creyente.
A mí no me
aprovecha nada que él haya hecho la paz con el mundo; lo que necesito saber es
si él ha hecho la paz conmigo. A mí me vale poco que haya hecho un
pacto; lo que yo necesito saber es si él ha hecho un pacto conmigo. ¡Bendita es
la seguridad de que él ha hecho un pacto conmigo! Si el Espíritu Santo me da
esta seguridad, entonces su salvación es mía, su corazón es mío, él mismo es
mío: Él es mi Dios. Este pacto es eterno en su duración. Un pacto eterno
significa un pacto que no tiene principio y que no tendrá fin jamás. ¡Cuán
agradable es saber, en medio de todas las incertidumbres de la vida, que “el
fundamento de Dios está firme”, y que ésta es su promesa: “No olvidaré mi
pacto, ni mudaré lo que ha salido de mis labios”! A semejanza de David
proclamaré este pacto, aunque mi casa no esté en tan buena relación con Dios
como lo desea mi corazón.
CHARLES
SPURGEON - (Dev. “LECTURAS MATUTINAS”)