“La humildad trae honra.” (Proverbios 29:23 NTV)
Se cuenta una
anécdota acerca de un joven pastor renombrado por sus dotes para predicar. Pero
a medida que aumentaba su congregación, también aumentaba su ego. Un domingo,
después de exponer su mejor oratoria, un miembro de la iglesia le estrechó la
mano y le dijo: ‘Es usted, sin duda alguna, uno de los grandes predicadores de
nuestra generación’. El joven ministro apenas pudo meter su ego en el coche
mientras se sentaba al volante. Cuando iba conduciendo de camino a casa, le
contó a su mujer lo que aquel hombre le había dicho. Ella no le contestó, así
que después de esperar su afirmación, él comentó: ‘Me pregunto cuántos “grandes
predicadores” hay en esta generación’, a lo que ella le contestó: ‘¡Uno menos
de los piensas, cariño!’.
Intenta imaginar a Jesús arrodillado con una toalla
y un balde de agua limpiándote los pies. En aquel tiempo las calles no estaban
pavimentadas, por lo que ese gesto era un acto de cortesía. Cuando visitabas a
alguien, era costumbre que te lavaran los pies como una forma de decir ‘Te doy
la bienvenida y te honro’. Cuando los discípulos de Jesús protestaron, Él les
dijo: “Porque ejemplo os he dado, para que como yo os he hecho, vosotros también
hagáis … bienaventurados sois si lo hacéis” (Juan 13:15-17). Una vez alguien le
preguntó a Leonard Bernstein, el extraordinario director de la Filarmónica de
Nueva York, que cuál era el puesto más difícil de la orquesta, a lo que él
contestó ‘El segundo violín’. Todo el mundo quiere sentarse en la primera fila,
pero en el Reino de Dios estamos llamados a poner a los demás en primer lugar y
después a nosotros. Cuando lo hacemos, Dios promete honrarnos.
BOB Y DEBBIE GASS - (Devocional "LA PALABRA PARA
HOY")