“Por tanto, nosotros todos, mirando a
cara descubierta como en un espejo la gloria del Señor, somos transformados de
gloria en gloria en la misma imagen, como por el Espíritu del Señor” 2ª Corintios 3:18
Si Jesucristo
es tu Señor, Él ha ordenado que la luz de Su misericordia resplandezca en tu
alma.
Esta gloria de
Cristo, esta tierna misericordia que alumbra en nuestros corazones mientras
oramos y escudriñamos Su Palabra, nos cambia “de gloria en gloria” a la imagen
de Cristo. Y la revelación de amor, compasión y cuidado que recibimos de Él
debe resplandecer desde nosotros hacia los demás.
Esta revelación
incrementa diariamente dentro nuestro “por el Espíritu del Señor”. En efecto,
es el Espíritu Santo quien nos conduce a la gloria de Cristo. El Espíritu
alumbra en nuestras vidas y nos cambia a través de toda circunstancia. Finalmente, Él nos muestra cómo alumbrar Su
misericordia y cuidado a otras personas en necesidad.
Yo te pregunto:
¿Qué están haciéndote a ti y en ti tus circunstancias presentes? ¿Hay una
dulzura de Cristo alumbrando a través de ti? ¿Le pides al Espíritu Santo que te
dé ojos para ver los dolores y necesidades de otros? Ese es el cambio que Pablo
dice que toma lugar en nosotros por el Espíritu de Dios.
Sólo los que
están en reposo en la voluntad perfecta de Dios, pueden confiar que “todas las
cosas obran para bien” en la peor de las circunstancias. Así que, amado santo,
levanta tu cabeza y testifícate a ti mismo, al cielo y a tus circunstancias:
“Estoy viviendo en la voluntad perfecta de Dios, pase lo que pase”.
DAVID WILKERSON - (DEVOCIONAL DIARIO “ORACIONES”)