“...Encontraréis a un niño ... acostado en un
pesebre.” (Lucas 2:12 CST)
Phil Yancey
pasó una Navidad en Londres y fue a un concierto de El Mesías de Handel. Relata
lo siguiente: “Había estado por la mañana viendo los remanentes de la gloria de
Inglaterra: las joyas de la corona, un cetro de oro, la carroza dorada del
Alcalde Mayor … Es probable que imágenes semejantes hubieran llenado la mente
de los contemporáneos de Isaías cuando escucharon la promesa: “…Se manifestará
la gloria del Señor…” (Isaías 40:5). Sin duda los judíos pensaron en los días
de la gloria de Salomón, cuando “…la plata y el oro [fueron] en Jerusalén tan
comunes como las piedras…” (2 Crónicas 1:15). El Mesías que apareció, sin
embargo, llevó encima la gloria de la humildad … El Dios que podía dar órdenes
a los ejércitos y dirigir los imperios como piezas de ajedrez se presentó como
un bebé que dependía de una pareja adolescente para cuidarlo, alimentarlo y
amarlo. En Londres vi un poco de la forma en que los gobernantes avanzan por el
mundo: con guardaespaldas, fanfarria de trompetas … colores vistosos … joyas
ostentosas.
La reina Isabel
II había visitado los EE.UU. hacía poco tiempo. Y había llevado 2000 kilos de
equipaje … dos vestidos para cada ocasión … su peluquera particular … y un
montón de otros ayudantes … La visita de
Dios a la tierra tuvo lugar en un establo, sin sirvientes ni un lugar donde
colocar al rey recién nacido, sino un pesebre. ¡Una mula podría haberlo
pisado! El cielo se iluminó con ángeles; pero ¿quién vio el espectáculo?
Pastorcillos analfabetos y a sueldo y que cuidaban las ovejas de otros,
personas anodinas que no nos dejaron sus nombres”. La historia de la Navidad le
inspiró a un sacerdote episcopal que visitó Belén en 1865 y escribió este
famoso villancico (Oh pueblecito de Belén): “Con celestial serenidad, desciende
nuestro don; así concede Dios su amor, a cada corazón. No se oye su venida, mas
el Señor vendrá; al que le quiera recibir con Él habitará”.
BOB Y DEBBIE GASS - (Devocional "LA PALABRA
PARA HOY")