La gloria de
Dios ha sido revelada plenamente en Jesús; no tenemos que escondernos en una
hendidura de peña como lo hizo Moisés. No tenemos que esperar hasta que salga
agua de la roca; los ríos de agua viva fluyen hacia nosotros continuamente
desde Su Espíritu que mora en nuestro interior. El favor máximo de Dios no está
en las cosas, sino en Su presencia, y Él no nos priva de ella.
“Nosotros todos, mirando a cara
descubierta como en un espejo la gloria del Señor, somos transformados de
gloria en gloria en la misma imagen, como por el Espíritu del Señor” (2ª Corintios
3:18).
EL IMPEDIMENTO
DE LA AMARGURA.
Los israelitas
pudieron haber experimentado la gloria de Dios tal como Moisés lo hizo. El
Señor quería acompañarlos hasta la Tierra Prometida, pero la amargura que ellos
tenían lo impidió. Había sucedido antes. Cuando no tenían agua en el desierto,
el pueblo puso a prueba a Dios. El idioma hebreo original sugiere un “martillo”
o un “mazo”, dando a entender que lo juzgaron y lo sentenciaron.
¡Qué acto tan
horrible, especialmente para un pueblo tan bendecido por Dios! En un momento en el que pudieron haber
confiado en Él por fe, se quejaron; pero aun así, la misericordia de Dios
permanecía. A pesar de su pecado, Dios le dijo a Moisés que golpeara la
roca con su vara; y el agua brotó. Esa roca representa a Jesús, recibiendo la
ira del juicio por nuestros pecados. Luego, Dios les ofreció el agua viva: “Bebían
de la roca espiritual que los seguía, y la roca era Cristo” (1ª Corintios
10:4).
¿Qué es lo que
tu corazón anhela? ¿Es tu mayor sueño, una meta económica, un deseo material o
es la esperanza de la gloria de Dios que transforma todo en la vida? Él te ha
bendecido abundantemente con Su favor ilimitado. Sin embargo, hay más por
conocer de nuestro gran Dios que sólo bendiciones terrenales. Él quiere que
conozcas Su gloriosa presencia en todos los aspectos de la vida.
GARY WILKERSON - (DEVOCIONAL DIARIO “ORACIONES”)


