"La prueba
de vuestra fe" 1ª Pedro 1:7
La fe no probada puede ser una fe genuina, pero es, sin duda una fe débil,
y probablemente mientras esté sin pruebas ha de permanecer enana. La fe nunca
prospera más que cuando todas las cosas le son contrarias: las tormentas son
sus entrenadores y los relámpagos son sus iluminadores. Cuando en el mar reina
calma, extiende como quieras las velas, la nave no marchará hacia su puerto,
pues en un mar dormido la quilla duerme también. Deja que los vientos soplen
furiosamente y que las aguas se agiten, pues es así como el barco podrá llegar
al puerto deseado, aunque se balancee de un lado al otro, y aunque su cubierta
se lave con las olas, y el mástil cruja bajo la presión de las infladas velas.
Ninguna flor tiene un azul tan hermoso como las que crecen al pie de los
helados ventisqueros. Ninguna estrella brilla más que las que fulguran en el
cielo polar; ninguna agua tiene un gusto más agradable que la que corre por el
desierto de arena, y ninguna fe es tan
preciosa como la que vive y triunfa en la adversidad. La fe probada trae
experiencia. Si no hubieses estado obligado a pasar por los ríos, no
habrías creído en tu debilidad; si no hubieses sido sostenido en medio de las
aguas, nunca habrías conocido la potencia de Dios. La fe cuanto más se ejercita
en la tribulación, más crece en firmeza, en seguridad y en intensidad. La fe es
preciosa, y su prueba es preciosa también.
Que esto, sin embargo, no desanime a los que son jóvenes en la fe. Tú
tendrás, sin buscarlas, suficientes pruebas; la porción completa la tendrás a
su debido tiempo. Entretanto, si aun no puedes hablar de los resultados de una
larga experiencia, agradece a Dios por la que tienes; alaba a Dios por el grado
de confianza que has alcanzado. Anda conforme a esa norma, y tú tendrás más y
más de las bendiciones de Dios, hasta que tu fe desarraigará las montañas y
superará las imposibilidades.
CHARLES
SPURGEON - (Dev. “LECTURAS MATUTINAS”)