“La parte de
Jehová es su pueblo” Deuteronomio 32:9
¿Por qué son suyos? Lo son por su soberana elección. El los escogió y puso
en ellos su amor. Esto lo hizo independientemente de cualquier bondad que haya
habido en ellos o que haya previsto en ellos. El tuvo misericordia del que
quiso, y “ordenó para vida eterna” a una escogida compañía, de modo que son
suyos por voluntaria elección. No sólo son suyos por elección, sino también por
compra. El los compró, y pagó por ellos hasta el último centavo; no puede,
pues, haber discusión acerca de su título de propiedad. La parte de Jehová no
ha sido redimida con cosas corruptibles, como oro o plata, sino con la preciosa
sangre de Cristo. No hay hipoteca sobre sus bienes; ningún pleito puede ser
suscitado por ningún demandante, pues el precio fue pagado en pleno tribunal, y
la Iglesia es la absoluta y eterna propiedad del Señor. Mira la marca de sangre
que está sobre todos sus escogidos; son invisibles a los ojos humanos, pero
conocidas por Cristo, pues “el Señor conoce a los que son suyos”.
El no olvida a
ninguno de los que redimió de entre los hombres. Cuenta las ovejas por las
cuales puso su vida, y recuerda distintamente a la Iglesia por la que se dio
a sí mismo. Son suyos, también, por conquista. ¡Qué batalla tuvo que sostener
en nosotros antes de ganarnos! ¡Por cuánto tiempo sitió nuestros corazones!
¡Cuán a menudo nos envió condiciones de capitulación! Pero nosotros atrancamos
nuestras puertas y custodiamos contra él nuestras murallas. ¿No recordamos
aquella gloriosa hora cuando Jesús tomó por asalto nuestros corazones, cuando
colocó su cruz contra la muralla y subiendo a ella colocó sobre nuestra plaza
fuerte la bandera encarnada de su omnipotente misericordia? Sí, nosotros somos,
en verdad, los cautivos conquistados por su omnipotente amor. Siendo nosotros
escogidos, comprados y conquistados, los derechos que él tiene sobre nosotros
son inalienables.
CHARLES
SPURGEON - (Dev. “LECTURAS MATUTINAS”)