“Y nosotros no hemos recibido el espíritu del
mundo, sino el Espíritu que proviene de Dios para que sepamos lo que Dios nos
ha concedido.” 1ª Corintios 2:12
Para ser
eficaces, los dones espirituales, deben ser usados en el poder del Espíritu
Santo, no en el poder de la carne.
Una de las
batallas constantes que todos los creyentes enfrentan es evitar ministrar sus
dones espirituales en el poder de la carne. Aún aquellos de nosotros que somos
llamados a predicar (profetas) necesitamos someter nuestros espíritus a otros
creyentes maduros (1ª Cor 14:32). Como pastor, no soy espiritual solamente
porque me paro frente a un púlpito y predique. Pablo nos enseña: “los profetas
hablen dos o tres y los demás juzguen” (1ª Cor 14:29). Aquellos que enseñan la
Palabra de Dios no son infalibles, por lo tanto deben permitir a otros
creyentes calificados verificar la verdad de lo que proclaman.
Cuando los
cristianos confían en sus fuerzas, sabiduría y deseos de ministrar, lo que sea que
logren será una burla y una pérdida de tiempo. Pero cuando ellos ministren por el poder del Espíritu, el resultado
será agradable a Dios y tiene un valor duradero (oro, plata, piedras
preciosas, … si permaneciere la obra de alguno que sobreedificó, recibirá
recompensa. 1ª Cor 3:12, 14). Esencialmente, todo lo que el creyente necesita
orar es: “Espíritu de Dios, úsame” y la energía divina activará y fluirá a
través de su ministerio a otros creyentes y a no creyentes. Tú puedes usar tu
don espiritual efectivamente al ser fiel en seguir estos tres pasos básicos:
1. ORA: continuamente confiesa y vuélvete
de tus pecados (1ª Jn 1:9) y pídele a Dios que te use en el poder del Espíritu
Santo.
2. RÍNDETE A TI MISMO: siempre determina
vivir de acuerdo a la voluntad de Dios, no al mundo (Rom 6:16, 12:12).
3. SÉ LLENO DEL ESPÍRITU: deja que el
Espíritu controle tus pensamientos, decisiones, palabras y acciones. Pon todo
en Sus manos y Él ministrará a través de
ti.
JOHN MACARTHUR - (DEV. "VIDA NUEVA PARA EL MUNDO”)