“Y les dijo:
¿Cómo aún no entendéis?” Marcos 8:21 (Leer: Marcos 8:11-21)
Un amigo mío se refiere a Jesús como «el Gran
Recordador»; y está bien, porque somos muy propensos a dudar y olvidar. Por más
que Jesús suplía con frecuencia las necesidades de quienes acudían a Él, sus
discípulos temían que pudiera faltarles algo. A pesar de presenciar milagros,
no entendieron el concepto más profundo que el Señor quería que recordaran.
Una vez, mientras cruzaban el mar de Galilea, se dieron
cuenta de que no habían llevado pan. Al escucharlos hablar del tema, Jesús les
preguntó: ¿No entendéis ni comprendéis? […] ¿Teniendo ojos no veis, y teniendo
oídos no oís? ¿Y no recordáis?» (Marcos 8:17-18). Entonces, les recordó que,
cuando alimentó a 5.000 personas, habían sobrado doce cestas, que ellos mismos
recogieron. Y tras alimentar a 4.000, sobraron siete cestas. Luego, agregó:
«¿Cómo aún no entendéis?».
La provisión milagrosa del Señor para las necesidades
físicas de la gente apuntaba a una verdad más importante: Él era el pan de vida, y su cuerpo sería roto por ellos y por nosotros.
Cada vez que comemos el pan y bebemos de la copa en la
Cena del Señor, se nos recuerda el gran amor de Dios y su provisión permanente.
En la celebración de la Cena del Señor, Jesús nos dejó un
gran recordatorio de su sacrificio.
La Cena del Señor es un recordatorio de su amor y
provisión.
(La Biblia en
un año: Efesios 5:1-16)
DAVID C.
MCCASLAND - (DEVOCIONAL
“NUESTRO PAN DIARIO")