Cuando nos
hablan de santidad pareciera que nuestros rostros se ponen serios y hasta nos
ponemos derechitos como si fuéramos a pasar lista ¿no es así? Nos vienen a la
mente las imágenes que nos enseñaron desde pequeños con rostros de mártir y
sufrimiento, pero eso no es la santidad.
Si nosotros
queremos que nuestros hijos sean conocidos por un buen testimonio y que brillen
por su pureza… no podemos exigírselos de la noche a la mañana… esto toma tiempo
y somos nosotros los que debemos enseñarles cómo vivir en integridad delante de
Dios.
“Aun el muchacho es conocido por sus
hechos, si su conducta fuere limpia y recta.” Proverbios 20:11
Ser santo no es
poner cara de “yo no fui”, ni cara de mártir… ser santo es ser diferente.
¿Diferente? Sí, el creyente debiera marcar la diferencia. Antes los creyentes
eran conocidos por “aquellos que trastornaban al mundo” (Hechos 17:6). Ahora
tristemente ni siquiera se mencionan, ni se conocen a “los creyentes”. ¿Dónde
está el pueblo de Dios metido? Las familias cristianas debemos impresionar al mundo con corazones que reflejen reverencia a
nuestro Dios, viviendo según Sus principios en santidad y pureza.
“Pues no nos ha
llamado Dios a inmundicia, sino a santificación” (1ª Tes. 4:7)
Nuestra
integridad antes que a nadie, impactará las vidas de nuestros pequeños y
adolescentes, vivir con pureza dentro de los límites de Dios es algo que
logramos con el poder de Dios y traerá como resultado bendición tras bendición.
Oramos porque
sean llenos (su nombre) de Tu amor Dios. Que (su nombre) pueda entender que Tus
mandamientos se deben cumplir por su bien, que el apartarse del mal, de la
impureza, palabras corrompidas y pensamientos impuros… traerá bendición a su
vida. Que (su nombre) busque siempre hacer lo correcto. Tu Palabra afirma
“Bienaventurados los limpios de corazón porque ellos verán a Dios” (Mt 5:8).
Querido Padre, que todo lo que haga (su nombre) sea dirigido por un corazón
puro y reflejado en su vida. Precioso Salvador si (su nombre) se ha equivocado
y desviado del camino, dale una nueva oportunidad para volver a Tu camino y
hazle entender el camino por el que debe de andar.
“Ninguno tenga
en poco tu juventud, si no sé ejemplo de los creyentes en palabra,
conducta, amor, espíritu, fe y pureza” (1ª Timoteo 4:12).
Recordemos: La santidad no es opcional y está a
nuestro alcance.
“Pero en una
casa grande, no solamente hay utensilios de oro y de plata, sino también de
madera y de barro; y unos son para usos honrosos, y otros para usos viles. Así
que, si alguno se limpia de estas cosas, será instrumento para honra,
santificado, útil al Señor, y dispuesto para toda buena obra” (2ª Tim. 2:20-21).
¡Bendiciones
querida familia, a brillar se ha dicho, para Su gloria!
MÓNICA ALDUCIN - (DEV. "VIDA NUEVA PARA EL MUNDO”)