“Sabed, pues, esto, hermanos: que por medio de él se os
anuncia perdón de pecados, y que de todo aquello de que no pudisteis ser
justificados por la Ley de Moisés, en él es justificado todo aquel que cree.” Hechos 13:38-39 (Lea: Hechos 14:32)
Pablo hace una
declaración aplastante en este mensaje en Antioquía de Pisidia. Aquí había un
grupo de gente que pensaba que los diez mandamientos eran la mejor palabra que
Dios jamás le había dado al hombre. Estaban intentando lo mejor que podían el
vivir de acuerdo a los mandamientos, el hacer el bien. Pero ahora Pablo viene a
declararles que nunca encontrarán aceptación de Dios en esa forma.
Más bien, Pablo les
dice, Dios ha encontrado una forma de aceptarnos aunque no podemos ser lo
bastante buenos por nosotros mismos, y esa forma es por medio de Jesucristo.
Esto sacudió a esta gente. ¡Nunca habían oído algo parecido! Esta es la primera
ocasión que tenemos grabada de Pablo utilizando la gran palabra que es tan frecuente
en el libro de Romanos: “justificación por fe”.
¿Qué significa ser
justificado? La mayoría de la gente piensa que significa el tener tus pecados
perdonados. Sí significa eso, pero significa más que eso. La justificación significa el tener tus pecados perdonados de tal
manera que el honor y la integridad de Dios sean preservados por ello. Yo
serví en la marina dos años y después fui honradamente despedido. Cuando fui
despedido, eso significó que fui separado de la marina. Ellos habían terminado
conmigo, y yo había terminado con ellos. Pero lo que me gustó fue la palabra
“honradamente”. Era un despido honorable. Podía libremente enseñar mis papeles
de despido a cualquiera. No había mancha alguna en mi despido. Pero conocí a
ciertos hombres en la marina que fueron despedidos deshonrosamente. Estaban tan
separados de la marina como lo estaba yo. La marina había terminado con ellos
tanto como había terminado conmigo. Pero había una mancha en su despido. No les
gustaba enseñar sus papeles de despido a nadie.
Así que lo que Pablo
está realmente diciendo aquí es que ―si meramente tuvieras tus pecados
perdonados, si Dios te perdonara en la forma en la que la mayoría de la gente
piensa que lo hace, eso es, simplemente viniendo a Él, y Él es un Dios tan
amante que dijera: “Oh, olvídate de ello; no pasa nada; no te preocupes; eres
un gran tipo y te quiero tanto que simplemente voy a ignorarlo”― si ese fuera
el caso, entonces el honor de Dios sería impugnado. Su carácter sería profanado
por ese tipo de perdón. Ya no podría ser considerado el Dios de justicia y
verdad; sería un participante en mis pecados y en los tuyos. Pero Dios ha encontrado una forma, por
medio de Jesús, de poner la culpa de nuestra vida y corazón sobre Su propio
Hijo. Por lo tanto, podemos preservar Su honor y Su carácter y Su
integridad mientras al mismo tiempo es libre de enseñarnos Su pleno amor hacia
nosotros. Eso es justificación. A causa de la cruz, nadie podrá apuntar a Dios
y decir: “¡Oh, dejaste ir a aquellos que eran culpables!”. En la cruz de Jesús,
Dios derramó toda Su justicia sobre Él. Y en esa cruz, en la agonía y la
angustia de ello, el mundo puede ver una imagen de cómo Dios obedece fielmente
Sus propias leyes. Y sin embargo, la maravilla de ello es que, a causa de ello,
el amor de Dios es libre de ser derramado sobre nosotros.
ORACIÓN. Padre, mi corazón está
conmovido al pensar en la misericordia que me muestras, esta maravillosa
justificación por la cual todo lo que ha sido puesto pesadamente sobre mi
conciencia ha sido purificado en la sangre de Jesucristo. ¡Qué maravilloso es
esto, Señor! Enséñame a nunca olvidarme de que he sido justificado.
APLICACIÓN PARA LA VIDA. ¿Nos hemos verdaderamente perdido
las implicaciones radicales del perdón santo de Dios? ¿Cómo podemos hacer menos
que ofrecer nuestras vidas y gratitud por la majestad y maravilla de la gracia
maravillosa de Dios?
RAY STEADMAN - (Dev. "EL PODER DE SU PRESENCIA")