“... con el juicio con que juzgáis seréis
juzgados...” Mateo 7:2
He aquí un
versículo que nos da mucho que pensar: “No juzguéis, para que no seáis
juzgados” (Mateo 7:1). Jesús fue muy duro con los religiosos de su día porque
se pasaban la vida apuntando con el dedo. Condenaban a los discípulos por no
lavarse las manos y a Jesús por sanar en el día de reposo. Considera la
respuesta de Jesús: “Vosotros juzgáis según criterios humanos; yo, en cambio,
no juzgo a nadie. Y si lo hago, mis juicios son válidos porque no los emito por
mi cuenta sino en unión con el Padre que me envió” (Juan 8:15-16 CST).
A continuación
te presentamos unas preguntas para responder: ‘¿Juzgas a los demás según sus
acciones y a ti según tus intenciones? Cuando
el comportamiento de alguien refleja una decisión o elección distinta a la que
tú hubieras hecho, ¿eres rápido para condenar? Cuando alguien no se mueve a
tu ritmo o hace algo de modo distinto al tuyo ¿lo tildas de perezoso e inútil?
Cuando oyes algo negativo de una persona, ¿lo divulgas antes de comprobar si
hay verdad en ello? Ben Franklin comentó: “He decidido no hablar mal de nadie …
Ni siquiera cuando algo es verdad; sino más bien procuro excusar las faltas que
se me dicen de otros, y cuando tengo la oportunidad digo todo lo bueno que sé
de ellos”. Si de verdad te preocupa la mala dirección que alguien está tomando
y te has ganado el derecho a confrontarlo, hazlo con un espíritu de amor. Y
recuerda, te ganas ese derecho mediante la demostración continua de amor y
cuidado por la persona en cuestión.
BOB Y DEBBIE GASS - (Devocional "LA PALABRA
PARA HOY")