“Las palabras del chismoso ... penetran hasta las
entrañas” Proverbios 18:8
Los chismes
destruyen la reputación y las amistades. Además, impide que otros se abran y
reciban la ayuda que necesitan. La Biblia equipara la murmuración con el
asesinato (ver Romanos 1:29). Quizá no sea tu intención, pero tus palabras
pueden romperle el corazón a alguien. No es de extrañar que la gente murmure en
la peluquería o en el trabajo pero ¿y en la iglesia? Allí no parece tan
evidente porque somos expertos en disfrazarlo. Por ejemplo, un amigo te confía
un asunto matrimonial o el problema de drogas de su hijo ¿y qué haces? Agarras
el teléfono y llamas a la cadena de oración. “Lo compartes” bajo la apariencia
de petición de oración. Santiago escribió: “Si alguno ... no refrena su lengua,
sino que engaña su corazón, la religión del tal es vana” (Santiago 1:26).
¿Por qué es
Dios tan tajante con la murmuración? Porque
el mensaje que damos al mundo es que no se puede confiar en ciertos cristianos,
que alguien con un problema está más a salvo en un grupo de terapia secular que
en una iglesia. ¿Te has fijado en que los chismes corren más rápido de boca de
pajaritos amargados? Y algunos de los mayores transgresores son líderes
cristianos que intentan impresionar a sus iguales divulgando detalles de las
luchas de otros. Si eres de los que divulgas cosas tienes que orar así: “¡Sean,
pues, aceptables ante Ti mis palabras y mis pensamientos, oh Señor” (Salmos
19:14 CST). Si te obliga hablar, habla con Dios.
BOB Y DEBBIE GASS - (Devocional "LA PALABRA
PARA HOY")