“Les di de comer, y quedaron saciados, y una vez
satisfechos, se volvieron arrogantes y se olvidaron de mí.” (Oseas 13:6 NVI)
Escribe Pablo:
“A los ricos de este mundo manda que no sean altivos ni pongan la esperanza en
las riquezas, las cuales son inciertas, sino en el Dios vivo, que nos da todas
las cosas en abundancia para que las disfrutemos. Que hagan bien, que sean
ricos en buenas obras, dadivosos y generosos” (1 Timoteo 6:17-18). ¿Eres “rico
de este mundo”? Casi la mitad de los habitantes de la tierra (más de tres mil
millones de personas) viven con menos de 3 euros al día. Si ganas más que eso,
ya eres rico en comparación. Pero la prosperidad llega con una advertencia: no
te vuelvas arrogante. “Al orgullo le sigue la destrucción; a la altanería, el
fracaso” (Proverbios 16:18 NVI). El historiador escocés Thomas Carlyle escribió:
“La adversidad es dura de aceptar. Pero por cada cien hombres que saben
enfrentar la adversidad hay uno que sabe manejar la prosperidad”.
Dios quiere que disfrutes de las cosas pero que no
te obsesiones con ellas. Acumular posesiones, por pocas que sean, tiende a
eclipsar a Dios. Existe una trayectoria bastante predecible de la pobreza a la
arrogancia. El pobre ora y trabaja; Dios lo escucha y bendice; éste se
enriquece y se olvida de Dios. Y así es como el pobre y fiel se vuelve rico y
arrogante. Como Dios dijo por medio de Oseas: “Les di de comer, y quedaron
saciados, y una vez satisfechos, se volvieron arrogantes y se olvidaron de mí”
(Oseas 13:6 NVI). ¿Cómo puedes evitar caer en la trampa? Recuerda que todo lo
que tienes proviene de Dios y que Él es la fuente de todo lo que vas a
necesitar en el futuro. Así que vive con un corazón agradecido y en total
dependencia de Él.
BOB Y DEBBIE GASS - (Devocional "LA PALABRA PARA
HOY")


