lunes, 3 de agosto de 2015

La Biblia: el Libro de la Vida 3 agosto




La Biblia es un libro único, lo que significa sencillamente que no se ha producido ningún otro libro como éste.

La Biblia no es un libro de historia, aunque contiene mucha historia, y toda la que contiene es auténtica. No es un libro de ciencia, aunque todos sus pronunciamientos acerca de cuestiones que generalmente caen dentro de la provincia de la ciencia son precisos y dignos de confianza. No es un libro de biografías, aunque sus bosquejos biográficos son con mucho los más inspiradores del mundo. No es un libro de filosofía, aunque es la suma de todo lo que es filosofía profunda y sana. No es un libro de astronomía, aunque sus referencias al sol y a las estrellas se encuentran entre los dichos más sublimes Jamás registrados. No es un libro de psicología, aunque su conocimiento del funcionamiento de la mente humana deja atónito al lector y pone a su alma al desnudo. No es estrictamente un libro de teología, aunque es la fuente de toda la verdadera teología que este mundo caído vaya jamás a conocer.

¿Qué es entonces, la Biblia? Es el Libro de la Vida «Las palabras que yo os he hablado son espíritu y son vida.» La Biblia es un libro portador v dador de vida. No trata primariamente de ningún departamento del pensamiento humano por sí mismo. Si la Biblia se refiere al arco iris, es para que nos venga a la mente el pacto de misericordia de Dios con la humanidad. Si nos narra la historia de Abraham, lo hace para que aprendamos a saber el lugar de la fe en nuestra relación con Dios. Si nos señala a la luna y a las estrellas, es para que nos demos cuenta de lo frágiles que somos. Si nos habla acerca de las aves, es para enseñarnos a confiar en nuestro Padre celestial sin temer ni dudar. Nos cuenta acerca del infierno no para dar satisfacción a nuestra morbosa curiosidad, sino para que dirijamos nuestros derroteros bien lejos de sus terrores. Nos habla del cielo para que nos preparemos para entrar en él. Registra la historia de la desgracia humana para que aprendamos el valor de la gracia divina. Nos advierte a fin de que apartemos nuestros pies de las sendas que descienden al camino de destrucción. Nos reprende para que veamos nuestras faltas y seamos librados de ellas.

Se podrían escribir volúmenes en alabanza de la Sagrada Biblia sin emplear ni una sola palabra de más. Woodrow Wilson dijo una vez que la Biblia es un libro de tal importancia que no se puede considerar una persona instruida a nadie que no esté familiarizado con ella. Sir Walter Scott, cuando estaba muriendo, pidió «el libro». Un siervo le preguntó a cuál de sus miles de volúmenes se refería, y el gran hombre replicó: «La Biblia, naturalmente. Para un hombre que está muriendo no puede haber otro libro.» Hasta el escéptico George Bernard Shaw, durante los últimos años de su vida, tuvo cerca de sí una Biblia, y nunca viajaba sin llevar un ejemplar consigo.

Todos debiéramos tener varias Biblias: una Biblia con referencias bien encuadernada para el estudio, y una Biblia de tipo grande, sin ayudas, para la lectura devocional. Éstas al menos. Y si nos lo podemos permitir (y podemos, si queremos prescindir de alguna otra cosa), debiéramos tener una buena traducción moderna o dos. Su principal valor es estimular el interés permitiendo un cambio de estilo y obtener diferentes matices de traducción con respecto a la conocida versión Reina-Valera.

El dinero gastado en Biblias es dinero bien gastado. El tiempo pasado leyendo la Biblia difícilmente será tiempo mal gastado. La Biblia es el regalo supremo para amigos y seres queridos. Las Palabras dichas en favor de la Biblia son buenas palabras, y, si caen en buenos oídos, pueden resultar ser «manzanas de oro en bandejas de plata».


A. W. TOZER - (“CAMINAMOS POR UNA SENDA MARCADA")







TRADUCCIÓN