viernes, 14 de agosto de 2015

Las joyas en su corona 14 agosto




“En resumidas cuentas, ¿cuál es nuestra esperanza, alegría o motivo de orgullo delante de nuestro Señor Jesús para cuando él venga? ¿Quién más sino ustedes? Sí, ustedes son nuestro orgullo y alegría.”  1 Tesalonicenses 2:19-20


Los tesalonicenses estaban hundidos en el pecado, y este pobre fabricante de tiendas vino y les habló de Jesús y de su evangelio. Creyeron a su testimonio y esa creencia cambió las vidas de los que lo escucharon y los hizo santos, y al ser renovados se convirtieron en santos perfectos, y allí los encontramos, y Cristo se glorificó en ellos. ¿No sería algo delicioso que en la eternidad pudieras contemplar que aquella tarde cuando fuiste a tu clase en la Escuela Dominical y, con un poco de miedo de no poder decir mucho, hablaste de Jesucristo con lágrimas en los ojos y una preciosa niña creyó en su poderoso nombre gracias a tu testimonio? En los años que vendrán esa niña estará entre los que brillan para la gloria de Cristo por siempre. O quizá visites un asilo y les hables a algunos de los pobres vagabundos que están allí, o a alguna mujer que haya pecado, acerca de la historia del amor de tu Señor que derramó su sangre, y uno de esos corazones rotos entienda la preciosa palabra y venga a Jesús, y entonces el carácter celestial comenzará a formarse en él, y habrás asegurado otra joya para la diadema del Redentor. Pienso que admirarás su corona todavía más porque al ver algunos brillantes que resplandecen en ella, dirás: «Bendito sea su Nombre para siempre, pues me ayudó a sumergirme en el mar y buscar esa perla preciosa para él», y ahora adorna su sagrada corona. ¡Ahora, todos ustedes, hagan lo mismo!


(A través de la Biblia en un año: Hebreos 12-13)


CHARLES SPURGEON - (Dev. “A LOS PIES DEL MAESTRO”)







TRADUCCIÓN