EL DON DE LA VIUDEZ
Por Yadira Erchila-Gorek
“No temas, pues no serás
confundida; y no te avergüences, porque
no serás afrentada, sino que te olvidarás de la vergüenza de tu juventud, y de
la afrenta de tu viudez no tendrás más memoria. Porque tu marido es tu Hacedor.” Isaías 54:4-5
La aflicción tocó a nuestra puerta cuando todo parecía estar bien. Pocos
meses antes nos mudamos a nuestra nueva casa, en la que invertimos mucho tiempo
y entusiasmo. Aunque estaba consciente de la bendición del SEÑOR, tanto mi
esposo como yo nos sentíamos orgullosos y autosatisfechos con nuestros logros.
Él tenía un buen empleo, yo trabajaba por las mañanas y atendía a nuestros
hijos y nuestro hogar por las tardes, alguien me ayudaba con las tareas de la
casa y para coronar mi definición de “bienestar” hacía unos 4 años que
asistíamos a una congregación, el cuadro lucía perfecto.
Pocos meses después de la mudanza, mi esposo fue diagnosticado con una
enfermedad terminal y la satisfacción y
seguridad por nuestros recientes logros quedó anulada. Jamás imaginé lo que
traerían los siguientes años: Cambio de diagnósticos, esperanza pasajera de
sanidad física, múltiples y complicadas operaciones, interminables viajes para
tratamientos, largas estadías en clínicas, hospitales y centros de
rehabilitación. Ver a mi esposo quedarse paralítico y perder poco a poco cada
una de sus funciones y al final, su último aliento.
Nuestro “bienestar” se convirtió en la aflicción más grande que me ha
tocado vivir. Pero su resultado fue de valor eterno e incalculable. El SEÑOR la
usó para traer a la superficie lo que realmente había en nuestros corazones,
moldear mi carácter (algo que aún continúa haciendo) revelando mi orgullo,
egoísmo e impaciencia y en un proceso que nos parecía interminable, al final,
trajo la redención de mi esposo, que era su necesidad más apremiante. También
trajo para mí, viudez; y para mis hijos, orfandad.
DIOS no se equivoca al permitir
esta clase de dolor, las viudas no somos un tipo diferente de cristianos en
aflicción, el sufrimiento intenso y la viudez también están incluidos en la
frase "todas las cosas" de Romanos
8:28: "Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a
bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados".
Ahora bien podríamos preguntarnos ¿cómo nos ayudará a bien el quedarnos
sin la cabeza del hogar? Si tenemos hijos, ¿con quién compartiremos la
responsabilidad de su crianza y educación? ¿Quién proveerá para nuestras
necesidades? ¿Quién se encargará de todas aquéllas cosas prácticas que no
sabemos hacer? ¿Cómo manejaremos las cosas que nunca hemos manejado solas? ¡y
todo sin dejar a un lado el profundo dolor que causa la separación del
compañero de nuestra vida!. ¿Qué haremos con los sentimientos de debilidad,
soledad e impotencia? Y las interrogantes podrían continuar...
Sin embargo, sí existe una respuesta a todas nuestras interrogantes y es
¡GRACIA ABUNDANTE HECHA A LA MEDIDA!
¿Cómo recibiré de ti el bien y el mal rechazaré?
Si sé que Tú eres Señor Soberano y justo.
¿Cómo he de alabarte en bendición
Y olvidarte en el dolor?
Si sé que tienes el control
Bendito sea el nombre del Señor
En todo tiempo
Sea haga Tu perfecta voluntad
En mí
Trae gloria a Tu nombre
A través de mi aflicción
Dame tu Gracia para ver que vivir es Cristo
(Vivir es Cristo, Jonathan y Sarah Jerez)
¡Sí bendito sea el Nombre del SEÑOR aún en la viudez! Él puede traer
gloria a Su nombre a través de esta aflicción particular, SU ABUNDANTE GRACIA
es y será siempre suficiente para nosotras y para nuestros hijos.