"Estoy seguro de que podremos hacerlo" (Números 13:30 CST)
Tras ver a los gigantes
de la Tierra Prometida, diez de los doce espías de Israel volvieron y dijeron
que conquistarla sería una tarea imposible, mientras que los otros dos, Josué y
Caleb, dijeron que se podía lograr. Por culpa de la incredulidad de Israel,
Caleb tuvo que pasar cuarenta años más dando vueltas por el desierto, y para
cuando los israelitas cruzaron el río Jordán, ya tenía ochenta años. Pasaron
otros cinco años hasta que se les asignara a varias tribus la tierra que les
correspondía. Así es como lo describe todo Caleb años después: "Yo tenía
cuarenta años cuando Moisés... me envió... para explorar el país, y con toda
franqueza le informé de lo que vi. Mis compañeros de viaje, por el contrario,
desanimaron a la gente y le infundieron temor. Pero yo me mantuve fiel al Señor
mi Dios" (Josué 14:7-8 CST). Si
tienes una predisposición negativa a los cuarenta años, seguramente también la
tendrás a los ochenta y cinco. Es más, es muy probable que no llegues a los
ochenta.
El psicólogo Martin
Seligman estudió a cientos de personas en una comunidad religiosa. Los dividió
en cuartiles, ordenándolos de más a menos optimistas. El 95 por ciento de los
optimistas estaban vivos a los ochenta y cinco, mientras que sólo el 34 por
ciento de los pesimistas habían llegado a la misma edad. Salieron doce hombres
a espiar la tierra, pero sólo Josué y Caleb tuvieron fe para decir
"[Estamos] seguro de que podemos hacerlo" (Números 13:30 CST). Y
cuarenta y cinco años después, Caleb seguía igual de animado. Adivina lo que
les sucedió a los otros diez espías: murieron en el desierto. Ninguno de ellos
llegó a la edad de Caleb. Es muy sencillo: la fe y el optimismo pueden
alargarte la vida.
BOB Y DEBBIE GASS - (Devocional "LA PALABRA PARA
HOY")