“…sed benignos unos con otros, misericordiosos…” Efesios 4:32 (Leer: Efesios 4:20-32)
Un amigo me contó que,
una vez, estaba viendo fútbol por televisión mientras su hijita jugaba cerca de
él. Enojado porque su equipo jugaba mal, tomó lo que tenía más a mano y lo tiró
al piso. El juguete favorito de su hija se hizo añicos, y el corazón de ella
también. De inmediato, la abrazó y le pidió perdón. Le dio otro juguete y pensó
que estaba todo bien. Sin embargo, no tenía idea de cuánto había asustado a la
pequeña de cuatro años, y ella tampoco percibió cuánto le dolió. Con el tiempo,
el perdón llegó.
Años después, él le
mandó a su hija un juguete idéntico, cuando ella esperaba un bebé. La muchacha
subió a Facebook una foto del juguete y escribió: «Este regalo tiene una larga
historia allá en mi niñez. No fue
alegre, ¡pero tiene un final feliz! La redención es algo hermoso. ¡Gracias,
abuelo!».
La Biblia nos insta a
evitar exabruptos y a vestirnos del nuevo yo, «creado según Dios en la justicia
y santidad de la verdad» (Efesios 4:24). Y, si somos víctimas del enojo, el
Señor nos pide que seamos «benignos unos con otros, misericordiosos,
perdonándoos unos a otros, como Dios también os perdonó a vosotros en Cristo» (
v. 32) .
No es fácil restaurar
relaciones rotas, pero la gracia de Dios lo hace posible.
Señor, ayúdame a pensar
antes de actuar o hablar. Gracias por tu perdón.
El arrepentimiento y el
perdón son el pegamento que puede reparar una relación rota.
(La Biblia en un año: 2 Samuel 14-15 – Lucas 17:1-19)
DAVID C. MCCASLAND - (Devocional “NUESTRO PAN DIARIO")