¿Es posible amar
realmente al Señor, tener un corazón para Dios, invertir tiempo y dinero en Su
obra, poner a Dios primero que todo, dedicarse a Él, y todavía tener áreas de
desobediencia a la clara Palabra de Dios?
Salomón quería con todo
su corazón la sabiduría divina y el discernimiento para conocer la diferencia
entre lo bueno y lo malo. Dios se le apareció en un sueño y le dijo: “Pide lo
que quieras que yo te dé” (1 Reyes 3:5). A Salomón se le dio un “corazón entendido… para discernir entre lo
bueno y lo malo” (3:9). Pero Dios agregó esta advertencia: “Y si anduvieres
en mis caminos, guardando mis estatutos y mis mandamientos, como anduvo David
tu padre, yo alargaré tus días” (3:15). ¡Salomón escuchó un poderoso mensaje de
Dios mismo! Tenía los mensajes de su padre David todavía resonando en su mente
y también el ejemplo del pecado de su padre y el juicio subsecuente. Tenía la
ley y los jueces, incluidos Débora, Samuel y el profeta Natán. David le
advirtió: “Guarda los preceptos de Jehová tu Dios… observando sus estatutos y
mandamientos… de la manera que está escrito en la ley de Moisés” (1 Reyes 2:3)
Salomón conocía la Palabra de Dios, y como resultado de todo
lo que Dios le reveló… ¡escribió mas de mil cantares y tres mil proverbios! En sus proverbios, el
advirtió acerca del poder de la mujer extraña: “Mas su fin es amargo como el
ajenjo, agudo como espada de dos filos. Sus pies descienden a la muerte; sus
pasos conducen al Seol” (Proverbios 5:4-5). ¡Oh, cómo conocía la Palabra de
Dios! Cuán bueno era al predicarla a otros. Líderes mundiales venían a
consultarle a él. Pero así de sabio, con poder de discernir y bendecido por
Dios como era, todavía se aferraba a áreas de desobediencia en su vida.
Salomón dio un solo
paso de desobediencia que eventualmente lo convirtió en un hombre endurecido, a
prueba de sermones y guiado por sus deseos. Consideró que era tan solo un
pequeño desliz cuando tomó a la hija de Faraón como su esposa, para él era solo
un casamiento por conveniencia. Él “tomó la hija de Faraón, y la trajo a la
ciudad de David” (1 Reyes 3:1). ¡Ella era la mujer extraña contra la cual
Salomón advertía en Proverbios, la mujer cuya puerta guía al infierno! La hija
de Faraón representa ese solo cordón que todavía te sujeta a algo de este
mundo, un solo, único pecado asediante que no ha sido rendido: ¡Esa sola
transigencia que siempre parece ser justificable!
DAVID WILKERSON -
(DEVOCIONAL DIARIO “ORACIONES”)