El mandato de Dios de
amar a nuestros enemigos puede tener un sabor amargo, como una medicina con
sabor desagradable. Pero como el aceite de castor que teníamos que tomar en
nuestra niñez, es un medicamento que sana.
Jesús lo dice
claramente: “Oísteis que fue dicho:
Amarás a tu prójimo, y aborrecerás a tu enemigo. Pero yo os digo: Amad a
vuestros enemigos, bendecid a los que os maldicen, haced bien a los que os
aborrecen, y orad por los que os ultrajan y os persiguen” (Mateo 5:43-44).
¿Estaba Jesús
contradiciendo a la ley aquí? De ninguna manera. El estaba revertiendo el
espíritu de carne que había entrado en la ley. En aquél tiempo, los Judíos
amaban solamente a otros Judíos. Un judío no podía saludar dándole la mano a un
gentil, o aún permitir que su vestimenta rozara las ropas de alguien que no
fuera judío. Pero éste no era el espíritu de la ley. La ley era santa, e
instruía, “Si el que te aborrece tuviere hambre, dale de comer pan, y si
tuviere sed, dale de beber agua; porque ascuas amontonarás sobre su cabeza, y
Jehová te lo pagará” (Proverbios 25:21-22).
Podemos odiar las
acciones inmorales de aquellos que están en el gobierno. Podemos odiar los
pecados de los homosexuales, abortistas y aquellos que odian a Cristo. Pero el
Señor nos ordena orar por ellos. Si en
algún momento yo desprecio a la persona en lugar de despreciar el principio
detrás de esa persona, yo no estoy representando fielmente a Cristo.
He presenciado una
marcha de homosexuales aquí en la ciudad de Nueva York. Doscientos cincuenta
mil gays, muchos de ellos semidesnudos, algunos portando letreros que decían
“Dios es Gay”. Yo vi que ellos dejaban la marcha y saltaban sobre los
Cristianos que tenían letreros diciendo, “Dios ODIA tu pecado – Pero El te ama
a ti.”
Me enrojecí de enojo.
Sentí deseo de pedir que cayese fuego como el de Sodoma sobre todos ellos. Pero
reflexionando, Yo dije en mi corazón, “Yo estoy actuando como los discípulos
que querían que descendiera fuego para consumir a todos aquellos que rechazaron
a Jesús.”
Yo digo que –¡La homosexualidad es pecado! ¡Pero también
es pecado el adulterio!– Y también lo es la amargura y la falta de perdón.
¡Ama a tus enemigos!
¿Amar a aquellos que campean su pecado delante de nosotros? ¿Orar por ellos?
¿Bendecir a los que nos maldicen?
¡Eso es exactamente lo
que dijo Jesús! ¡Así que hágalo!
DAVID WILKERSON - (DEVOCIONAL DIARIO “ORACIONES”)