"Dios...
me oirá y los humillará" (Salmos
55:19 NTV)
David escogió el mejor camino. En lugar
de hablar a los demás de su corazón herido, desahogó su dolor y decepción ante
Dios orando tres veces al día (Salmos 55:17). En las conversaciones con su
Padre celestial, David le entregó la tarea de sanar su alma. Rodeado de
enemigos y en peligro de muerte, sabía que Dios humillaría a aquéllos y lo
mantendría a salvo. En cambio, si se escoge el camino fácil donde uno se deja
llevar por los impulsos en lugar de renovar la mente con la Palabra de Dios
(Romanos 12:2), el sendero se llenará de decepciones y de remordimientos.
Esto es lo que sucederá:
1) Inhibirás tu capacidad de tener fe.
Cuanto más le des vueltas al daño que te han hecho, más decrecerá tu fe.
2) Anularás tu capacidad de colaborar con
otros. Las sospechas y la desconfianza te impedirán tener una relación
saludable con los demás.
3) No serás capaz de recibir ayuda de
otros. Si no confías en nadie más que en ti, te vuelves escéptico e incluso
paranoico cuando alguien te ofrezca ayuda.
4)
Te aislarás. Tus posibles amigos captarán que estás a la defensiva y te
evitarán. Y lo peor de
todo, serás culpable de tu soledad.
5) Tú mismo serás un obstáculo a la
recuperación. Una vida desprovista de relaciones genuinas impedirá que sane tu
corazón.
6) Te quedarás anclado en el pasado. A
menos que sigas adelante, el pasado te hundirá y te hará su esclavo. El único
modo de alcanzar el alivio y la restauración es tratando con la traición a la
manera de Dios.
BOB
Y DEBBIE GASS - (Devocional "LA PALABRA PARA HOY")