“Y llevándole, tomaron a cierto Simón de Cirene… y
le pusieron encima la cruz para que la llevase tras Jesús.” Lucas 23:26
Es indudable
que Jesús habrá estado exhausto. Había tenido que soportar varios juicios sin
dormir, además del inmisericorde azote y el abuso extremo al que lo sometieron.
Y ahora según la tradición romana él debía cargar su propia cruz, o por lo menos
la vara transversal, hasta el lugar de ejecución. Al parecer había tropezado
bajo el peso del madero. Es verdad que no lo dice ninguno de los evangelistas,
pero la tradición cristiana lo ha mantenido. Y esto podría explicar por qué los
soldados aprovecharon a Simón de Cirene y le transfirieron la cruz sobre los
hombros, obligándolo a cargarla. La Iglesia siempre honró a Simón por este acto
de caridad, aunque lo hayan obligado a hacerlo.
Parece claro
que Simón y su familia se convirtieron a Cristo. Marcos lo identifica como el
‘padre de Alejandro y de Rufo’ (Marcos 15:21), lo cual indica que era bien
conocido en la iglesia de Roma para el tiempo en que el Evangelio de Marcos se
divulgó allí. ‘Simón el que se llamaba Niger [negro]’, uno de los líderes en la
iglesia de Antioquía, pudo tratarse de este mismo hombre (Hechos 13:1), y el Rufo
y su madre a los que Pablo saluda en Roma (Romanos 16:13) también pudieron tratarse
de la misma familia. Todo esto sugiere que el Simón que cargó la cruz para
Jesús era un africano negro de la región que llamamos Libia.
Es interesante reflexionar sobre la manera en que
tres de los principales actores en el drama de la pasión se relacionaron con la
cruz. Podemos decir que Judas provocó la cruz, porque su traición llevó directamente
al acontecimiento; Barrabás escapó de la cruz y consiguió su libertad a
expensas de Jesús; y Simón cargó la cruz, la llevó para Jesús. Más aun, estas
tres experiencias no son incompatibles con la experiencia cristiana actual.
Como Judas, nosotros hemos provocado la cruz con nuestra codicia y nuestra
hipocresía. Como Barrabás, hemos escapado de la cruz por medio de aquel que
murió en nuestro lugar. Y como Simón, estamos llamados a llevar nuestra cruz
cada día, y seguir a Cristo.
(Para continuar leyendo: Lucas 9:18–26)
JOHN STOTT - (Devocional “TODA LA BIBLIA EN UN
AÑO”)