“Por aquellos días Ezequías se enfermó gravemente y estuvo a
punto de morir. …Ezequías volvió el rostro hacia la pared y le rogó al Señor:
«Recuerda, Señor, que yo me he conducido delante de ti con lealtad y con un
corazón íntegro, y que he hecho lo que te agrada.» Y Ezequías lloró amargamente.
…«Regresa y dile a Ezequías, gobernante de mi pueblo, que así dice el Señor,
Dios de su antepasado David: He escuchado tu oración y he visto tus lágrimas.
Voy a sanarte, y en tres días podrás subir al templo del Señor.»” 2 Reyes 20:1-5
¿No debiera haber
oración en nuestros corazones cuando Dios ha señalado que la oración debe ser
el canal de bendición para los pecadores así como para nosotros mismos?
Entonces, ¿cómo podemos decir que somos cristianos? Tú podrías decir: «Bueno,
yo creo que yo podría ser dispensado», pero debo contestarte que no. «Estoy muy
enfermo», dice alguno. Ah, entonces puedes acostarte y orar.
«Soy tan pobre», dice
otro. Bueno, no te cobran ni un centavo cada vez que ores a Dios. No importa
cuán pobre seas, tus oraciones son iguales de aceptables; solo recuerda, si
eres tan pobre, debes orar todavía más porque no puedes dar tu ofrenda en forma
de oro. Me gustaría que dijeras como el
apóstol: «No tengo plata ni oro pero lo que tengo te doy. Mi Maestro, oraré
mucho».
«Ah» dice otro, «pero
yo no tengo talentos». Esa es otra razón por la que debes orar más y no por la
cual debas dejar de orar porque si no puedes contribuir al servicio público de
la iglesia por falta de talento, debes contribuir aun con más fervor a su
fortalecimiento mediante el ejercicio privado de la oración y la intercesión y
así hacer fuerte a aquellos que son más aptos para ir al frente.
(A través de la Biblia en un año: Hechos 10-12)
CHARLES SPURGEON - (Dev. “A LOS PIES DEL MAESTRO”)