"Nuestros sufrimientos... nos conducen" (2 Corintios 4:17 PDT)
Todo lo que Jesús hizo
por Sus seguidores lo hace el Espíritu Santo por ti. Jesús nos enseñó y ahora
lo hace el Espíritu Santo. Jesús sanó y ahora nos sana el Espíritu Santo. Jesús
nos consoló y ahora nos consuela el Espíritu Santo. Jesús nos lleva a nuevas
etapas y nos envía a Su Consejero. El viaje de la vida lo haces en compañía del
Espíritu Santo, quien te "...enseñará todas las cosas y [te] recordará todo
lo que [Jesús] te ha enseñado" (Juan 14:26 TLA). Cuando lleguen los cambios, acéptalos; no te resistas. No sólo
forman parte del transcurrir de la vida, sino que también son parte necesaria
de la estrategia de Dios.
A fin de usarnos para
cambiar el mundo, nos cambia los planes. Gedeón, el agricultor, se convirtió en
general. María, la campesina, se convirtió en la madre de Cristo. Pablo, el
rabino, se convirtió en un evangelista mundial. Dios hizo de José, el hermanito
menor, un príncipe egipcio. Hizo de David, un pastor de ovejas, un rey. Pedro
quería pescar en el Mar de Galilea, pero Cristo lo llamó a dirigir la primera
iglesia.
Dios nos da los planes, pero ¿qué pasa con los cambios que
duelen, esos que son difíciles de entender? Como el feto crece en el útero, tú
te estás desarrollando para un tiempo mejor afuera. Dentro del útero tenías la
máxima comodidad y seguridad, pero sólo afuera podrás hacer realidad el
propósito que Dios tiene para ti. La meta de tu vida en este mundo es
prepararte para la vida en el siguiente. Por eso escribió Pablo: "...Los
sufrimientos ligeros y efímeros que ahora padecemos producen una gloria eterna
que vale muchísimo más que todo sufrimiento" (2 Corintios 4:17 CST). ¡Una
gloria eterna e inimaginable!
BOB Y DEBBIE GASS - (Devocional "LA PALABRA PARA
HOY")