El Nuevo Testamento
tiene mucho qué decir sobre el castigo [corrección educativa]: “y habéis ya olvidado la exhortación que
como a hijos se os dirige, diciendo: Hijo mío, no menosprecies la disciplina
del Señor, ni desmayes cuando eres reprendido por él; porque el Señor al que
ama, disciplina, y azota a todo el que recibe por hijo. Si soportáis la
disciplina, Dios os trata como a hijos; porque ¿qué hijo es aquel a quien el
padre no disciplina?” (Hebreos 12:5-7).
Jesús mismo declaró:
“Yo reprendo y castigo [corrijo] a todos los que amo; sé, pues, celoso, y
arrepiéntete” (Apocalipsis 3:19).
Pablo escribió: “Mas
siendo juzgados, somos castigados por el Señor, para que no seamos condenados
con el mundo” (1 Corintios 11:32).
El Antiguo Testamento,
también, habla de castigo: “No menosprecies, hijo mío, el castigo de Jehová, ni
te fatigues de su corrección; porque Jehová al que ama castiga, como el padre
al hijo a quien quiere” (Proverbios 3:11-12).
Lo que estás pasando
como un hijo de Dios no es un accidente o una calamidad aislada. Cada
dificultad, cada prueba de fuego está bajo Su cuidadoso escrutinio y hay un
propósito para todo. Es “para lo que nos es provechoso, para que participemos
de su santidad” (Heb 12:10).
La disciplina puede
parecer dolorosa, como si alguna cosa extraña nos estuviera pasando. No produce
gozo, pero después que pasa produce el “fruto apacible de justicia”. Sin embargo, sólo aquellos que quieren
aprender y están dispuestos a ser entrenados por ella obtendrán sus frutos.
Satanás te hablará como
lo hizo con Job: “¡Los justos no sufren! Si Dios te oye, si Él te salvó, si Él
te amó y si sus promesas son verdaderas, debes ser rescatado inmediatamente. Su
sufrimiento no debe ser tan prolongado. ¿Dónde está tu Dios? ¿Es esto lo que
ganas con tu fe?”
¡Amado, que tu fe no
naufrague! ¡Satanás es un mentiroso! ¡Estás sufriendo porque Dios te ama,
porque Él tiene cuidado de ti! Pediste al Señor que te haga más como Él y sólo
Él sabe lo que se necesita. Él sabe lo que está a punto de destruirte y sabe
exactamente cuándo hacer una vía de escape. Él no va a actuar hasta que sea Su
tiempo.
¡No desmayes! Dios
tiene todo bajo control, incluido aquel dolor, esa enfermedad persistente. ¡Es
posible que no llegues hasta el final si Él lo quita ahora mismo! Como Pablo,
tienes una espina que mantiene el orgullo lejos.
DAVID WILKERSON - (DEVOCIONAL DIARIO “ORACIONES”)