El Señor dijo a Pedro:
"Yo he rogado por ti, que tu fe no
falte" (Lucas 22:32). Miro este maravilloso ejemplo del amor de Cristo
y me doy cuenta que no sé casi nada sobre cómo amar a los que caen. Ciertamente
Jesús es el "amigo más unido que un hermano" (Proverbios 18:24).
Jesús ve lo bueno y lo
malo en Pedro y concluye: "¡Este hombre es digno de ser salvado! Satanás
lo desea, pero yo lo deseo aún más". Pedro verdaderamente amaba al Señor y
el Señor verdaderamente amaba a Pedro, aunque conocía sus rasgos de
personalidad.
Jesús dijo: "¡He
orado por ti!" No dijo: "¡Voy a orar!'. Jesús probablemente había
pasado muchas horas con Su Padre hablando acerca de Pedro. Cómo le amaba, cuán
necesario era en el Reino, cuán valioso era como amigo.
¡Señor, danos a todos
de esa clase de amor! De esa manera, cuando veamos a alguien siendo transigente
o encaminándose a problemas o a un desastre, lo amaremos lo suficiente como para advertirles tan firmemente como
Jesús lo hizo con Pedro. Entonces seremos capaces de decir: "¡Estoy
orando por ti!" Tenemos que decirlo en amor, no de una manera acusadora.
Toma a esa gente al
trono de Dios; implora por ellos para que pasen por sus pruebas con su fe
intacta. Jesús no le dio un sermón a Pedro, más bien, Jesús simplemente le
dijo: "He orado por ti".
"Yo he rogado por
ti". En el griego, la palabra ti es plural, y significa "todos
ustedes". Jesús no sólo estaba hablándole a Pedro, sino a todos los
discípulos y también a nosotros hoy. "Yo ruego por ellos; no ruego por el
mundo, sino por los que me diste; porque tuyos son Padre Santo, a los que me has
dado, guárdalos en tu nombre, no ruego que los quites del mundo, sino que los
guardes del mal" (Jn 17:9, 11, 15).
DAVID WILKERSON -
(DEVOCIONAL DIARIO “ORACIONES”)


