"Tened entre vosotros ferviente amor" 1 Pedro
4:8
Cuando pones de tu
parte para lograr la unidad:
1) Sopesa tus motivos. Nadie, sino Dios,
conoce los motivos del corazón y sólo Él tiene la capacidad de juzgarlos porque
"¿Quién conoce los pensamientos del ser humano sino su propio
espíritu?" (1 Corintios 2:11 NVI). Tendemos a fijarnos en el exterior, ya
que "el hombre mira lo que está delante de sus ojos, pero el Señor mira el
corazón" (1 Samuel 16:7). No siempre juzgamos a las personas por lo que
hacen, sino también por lo que suponemos que hacen. Somos dados a pensar mal:
'Lo ha hecho para hacerme daño'. 'Es una egoísta'. 'Nunca tiene en cuenta a los
demás'. La iglesia de Roma estaba amenazando su unidad por problemas de
apariencias en asuntos de comida. Por eso, Pablo les recordó que aunque el
comportamiento de algunos fuera un poco raro, sus motivos eran buenos. "El
que come de todo, come para el Señor, y lo demuestra dándole gracias a Dios, y
el que no come, para el Señor se abstiene, y también da gracias a Dios"
(Romanos 14:6 NVI). La unidad no depende de cumplir en apariencia, sino de
conocer los corazones.
2) Considera cómo afecta a los demás. Decimos: 'Sólo es
asunto mío, mientras no desobedezca las Escrituras'. ¡Falso! Puedes seguir la
letra de la Palabra y desobedecer a su espíritu. Pablo dijo: "Todo me es
lícito, pero no todo conviene" (1 Cor 10:23). Puedes hacer muchas
cosas, pero quizá alguien salga mal parado. Dios tiene una ley mayor que la de
"mis derechos": la ley del amor. Él desea que esa "libertad no
se convierta en motivo de tropiezo para los débiles" (1 Cor 8:9
NVI). ¿Cómo comportarte? "No hagáis nada por egoísmo... considerad a los
demás como superiores a vosotros mismos" (Filipenses 2:3 CST).
BOB Y DEBBIE GASS - (Devocional "LA PALABRA PARA
HOY")


